El conde Ory – Intérpretes: Pablo Acoglani, Laura Aranda, Miguel Balea, Yessica Fernández, Mónica Koggionis, Diego Loyola, Lucas Miño, Esteban Miotto, Gabriela Morales, Marcelo Tornadu – Escenografía: Zacarías Gianni – Iluminación: Alejandro Díaz – Orquesta y Coro Estable Clásica del Sur – Dirección escénica: Gabriel Villalba – Vestuario y Dirección musical: César Tello
No cualquier sala puede ser escenario para el montaje de una ópera. En principio, lo menos que tiene que tener es un foso que albergue a la orquesta. El teatro Coliseo, el teatro Roma, el teatro Avenida, el teatro 25 de Mayo y, naturalmente, el teatro Colón lo tienen, por nombrar solo algunos en Buenos Aires. Pues sorpréndase, el teatro Luz y Fuerza –en la sede de su sindicato- también lo tiene. Cuenta además con una “platea alta” y piso íntegramente de parquet. Por eso fue elegido por la compañía Clásica del Sur -autodefinida como “la leyenda viva de la ópera off”- para presentar su Temporada 2019.
El tercer título del año, estrenado el 30 de agosto, fue El conde Ory, de Gioachino Rossini. El tal Ory, obsceno y libidinoso, bajo su manto monárquico, es capaz de cualquier artimaña para seducir o engatusar a cuanta mujer se le ponga por delante. Aprovechando que todos los caballeros han partido a las cruzadas, diseña una estratagema para llegar a la cama de las confiadas y anhelantes damas. Sin límites en sus planes, es capaz hasta de hacerse pasar por monja, situación que genera risas por doquier, principal objetivo de la ópera bufa.
La pequeña orquesta y el Coro Estable de Clásica del Sur, con la dirección del Mtro. César Tello, lograron el reconocible e inspirado sello rossiniano , muy bien expresado por los instrumentos y las voces que transmitieron la gracia del relato. Con una foto proyectada que muestra el paisaje que rodea al castillo de Formoutiers, es notable la dedicación y la energía del grupo puestas al servicio del espectáculo, que suplen con naturalidad la escasez de recursos.
Desde la primera escena, los paisanos y paisanas, encarnados por el ensamble coral, responden al llamado de Raimbaud, interpretado por Esteban Miotto, de potente voz, profunda y con deleitables graves, añadiendo su capacidad histriónica que -con mucha chispa- hará eclosión en el cuadro de las monjas.
En el papel de la Condesa, la soprano Yessica Fernández sorprendió con su volumen y un interesante grado de coloratura, ideal para las variables situaciones que requiere el personaje. En el cuerpo del paje Isolier, la mezzo Laura Aranda también tuvo momentos encantadores y sutileza actoral en los dúos o diálogos con Fernández.
El tenor Miguel Balea, como el conde Ory, fue variable en su voz y afinación, amén de que podría recrear con mayor picardía y elocuencia su personaje. El resto del elenco acompañó dignamente. Es inusual y divertido, durante el entreacto, encontrarse a los personajes dando vueltas por la sala o tomando un café. El mismísimo Ory ajustaba una cámara de video que registraba la función.
El director escénico Gabriel Villalba jugó con interesantes movimientos la puesta en escena, utilizando la misma sala para entradas y salidas de los personajes. Aportó truenos y tormentas acordes a la situación temerosa de las mujeres resguardadas, y consiguió graciosas coreografías en los cuadros grupales, sumando disparates como el «espadeo» con una banana y un pepino.
Considerando la carencia de recursos, el vestuario fue realizado con ingenio. La iluminación podría ser más creativa y es menester que los sobretítulos estén, justamente, sobre el escenario, ya que el uso lateral distrae mucho. Martin Wullich
Fue el 20 de septiembre de 2019
Teatro Luz y Fuerza
Perú 823 – Cap.
(011) 4362-3348
clasicadelsur.com.ar
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