Homo Argentum (2025, Argentina, 98 min.) – Elenco: Guillermo Francella, Eva de Dominici, Milo J, Migue Granados, Clara Kovacic, Vanesa González, Juan Luppi, Gastón Soffritti, Dalma Maradona, Guillermo Arengo – Género: comedia- Guion: Andrés Duprat, Mariano Cohn, Gastón Duprat, Horacio Convertini – Fotografía: Leonardo Rosende – Música: Federico Mercuri, Matías Mercuri – Dirección: Mariano Cohn, Gastón Duprat – Distribuidora: Star
Mariano Cohn y Gastón Duprat, creadores de aciertos como Mi obra maestra y El encargado, presentan Homo Argentum, una película que funciona como ejemplo de ese cine errático que desearíamos evitar. La escritura, la construcción de personajes y la dirección fallan en varios niveles, dejando una marcada sensación de vacío. Aunque busca ser un éxito comercial, su guion recuerda a chistes televisivos sin sustancia, sin ofrecer al público más que superficiales reflexiones.
La dupla que nos dio El ciudadano ilustre y Competencia Oficial ahora presenta dieciséis cortos donde Guillermo Francella interpreta distintos personajes. Pero aquí no hay originalidad: todo parece una copia deslucida de clásicos italianos de décadas pasadas, donde sí sabían hacer sátira social. Las breves tramas se nutren del lenguaje de Twitter y otras redes sociales para generar debate, pero terminan acotadas. Los protagonistas, hombres mayores de clase media alta, ofrecen una representación limitada y caricaturesca de la masculinidad argentina. Aunque la propuesta pretende ser satírica, el humor a menudo resulta incómodo y refleja una hipocresía social, con historias polémicas y poco sensibles.
El film se propone mostrar las peores miserias del argentino promedio. Su hipótesis es simple: el “homo argentum” es corrupto, mentiroso, ventajero y tramposo. Los cortos intentan demostrarlo, pero el problema es que estos sketches no resultan graciosos ni provocadores. Son chistes débiles que no hubieran pasado ni en los programas de humor de los ’80. Cuatro guionistas trabajaron en este proyecto y el resultado es insustancial, como si hubieran escrito pensando en un público al que consideran inferior.
Francella repite lugares comunes que limitan su talento. Aunque ha brillado en otros proyectos como El secreto de sus ojos, aquí su actuación se diluye en un guion débil que no le permite destacarse. Más allá del buen trabajo de caracterización y vestuario que logra dar apariencia distinta a cada personaje, el actor ofrece las mismas dos o tres variantes: el empresario oportunista, el hombre humilde que no lo es tanto. Sus gestos, su timing, su tono de voz y su revoleo de ojos son los de siempre. Es el Francella más conocido, el que guiña un ojo al espectador.
La película intenta ofrecer humor, pero es superficial y no conecta con la realidad argentina. Los personajes son planos y no logran impactar. Apenas tres o cuatro episodios se destacan: el guardia de seguridad que cuida a una chica durante una noche extraña, el empresario que ayuda a un joven que le pide dinero, o el vecino que amenaza con “meter bala” si lo roban. Estos capítulos muestran cierto ingenio en su construcción.
Por otro lado, el bombardeo publicitario resulta insufrible. Carteles gigantes, primeros planos de productos y menciones constantes hacen que la película parezca una extensa tanda comercial. Se entiende la necesidad de financiamiento, pero tanto “chivo” termina siendo invasivo e irritante. El film representa un retroceso para el cine nacional: lejos de ofrecer una mirada profunda sobre la cultura argentina, refleja una cierta mediocridad. La falta de originalidad y la búsqueda de un público masivo derivan en un resultado que no hace justicia al resto del elenco.
Tal vez el concepto inicial prometía, pero terminó convertido en una sobremesa de anécdotas escuchadas mil veces, contadas sin chispa ni gracia. El humor cinematográfico con sello argentino exige más. No puede conformarse con pequeñas comedias carentes de ingenio, diálogos sólidos o resoluciones atractivas. Cohn y Duprat han caído en el mínimo esfuerzo.
Homo Argentum confirma que cuando el talento se duerme en los laureles, el resultado decepciona. Una película fallida que solo alimenta una visión retrógrada de los argentinos. Para dejarla pasar, o verla gratis un domingo por la tarde en la televisión pública. Cristian A. Domínguez
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