El la acusa de frígida. Ella lo acusa de impotente. El tiene alguna tendencia homosexual. Ella lo reconoce. El necesita ver cumplidas muchas fantasías. Ella se las cumple. Ambos son perversos. Juegan entre ellos. Y quieren que otros participen. Son voyeurs y exhibicionistas, sádicos y masoquistas. Quieren tener un hijo, pero hace falta un tercero para lograrlo. Se corta la luz. Llega el electricista. Será la víctima. Y no será la última.
Andrés Binetti dirige al trío actoral estupendamente, exprimiendo el histrionismo de cada uno. Así se entregan a los personajes, generando momentos de patetismo, locura, sorpresa y reflexión. En la casa se aprovechan los espacios que el espectador –desde su sitio- puede ver, y también los que no puede ver, a través de la misma cámara que usará el protagonista, quien desea espiar al otro.
El texto es rico y entretenido, pletórico de clásicos refranes populares usados en el justo momento en que no deben usarse como para generar la necesaria ironía o el desasosiego esperado. También los idiomas están presentes, desde la palabra del título hasta términos en polaco. Hay mucha tensión creciente, pero todo parece transcurrir naturalmente, o al menos para ellos es así.
Es absolutamente memorable la actuación de Alejandra Delorenzi, cuya capacidad actoral, naturalidad y consustanciación con el personaje llegan a un punto admirable en el transcurso del relato. No se quedan atrás Juan Pascarelli, personificando al electricista sencillo y humilde que sucumbe a la tentación, cuyas miradas y mohínes no tienen desperdicio, ni Alberto Mastromauro como el dueño de casa. Martin Wullich
Se dio hasta Julio 2008
Vera Vera Teatro
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