Actúa: Fabián Vena – Escenografía: Irene Meritxell – Iluminación: Pablo Alfieri – Diseño audiovisual: Florencia Yeannoteguy – Música: Pablo Porcelli – Autoría: Juan Villoro – Dirección: José Luis Arias, Fabián Vena
“Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto”, escribió Julio Cortázar. Del mismo modo que acontece la lluvia, acontece el amor, no es una elección, es un hecho inesperado. Conferencia sobre la lluvia es pues, en realidad, una conferencia sobre el amor. Plagada de citas a poetas que hablan sobre la lluvia y el estar enamorado, la obra es erudita pero nunca sentimos que haya un exceso de citas, siempre se introducen en el lugar y momento adecuados.
Eliseo Diego nos habla de la tristeza de la lluvia, como un llanto ajeno sobre su cara. El bibliotecario protagonista de la obra nos habla del llanto ajeno y del propio que se funden en una misma escena. La belleza de las frases que dispara este personaje nos ilumina a cada paso. Él, que vive de clasificar y ordenar libros, ha extraviado unos papeles que son borradores para orientarlo en su conferencia. Este ensayo de conferencia, poco a poco se convertirá en un monólogo lleno de digresiones, todas ellas muy elocuentes.
¿Se puede pretender ordenar el amor al igual que se ordena una biblioteca? La respuesta parecería ser negativa. El amor tiene más de improvisación; los libros en cambio son previsibles, una vez que llegamos al final ya todo estará resuelto, no habrá finales abiertos ni palabras fuera de orden. Catalogar el amor es imposible porque cada pareja es un mundo. La relación del protagonista con Soledad se parecía poco al amor porque carecía del frenesí, la espontaneidad y la carnalidad. Su relación con Laura, sin embargo, es solo física y a él le falta una de esas dos felicidades que tanto anhela todo ser humano. Compara su amor por Laura con el de Petrarca y con mucha poesía cantará su profundo sentir por esta mujer.
La desesperación crecerá a la par que irá complicándose la trama. Esta disertación avanza como avanza un temporal, llevándose todo a su paso. Y los versos sirven para anclarnos en esta tormenta de sentimientos. “Llueve en mi corazón, como llueve en la ciudad”, leemos en Verlaine. Así, paisaje interior y paisaje exterior son uno solo. El exterior sirve como metáfora de un estado interno y todo se vuelve metafórico. Lo que acontece en el mundo es transformado en literatura; acaso solo vivimos para luego poder contar nuestra experiencia, la vida se vuelve libro y somos constituidos por la narración. Nos expresamos por medio del lenguaje y el lenguaje termina por conformar, darle a forma a todo lo vivido.
Fabián Vena se autodirige en esta pieza junto a José Luis Arias. La proyección espejada de una biblioteca forja un entorno simétrico de extremo orden donde podrá irrumpir un gato. La lluvia también se proyecta. Con algunos libros y un escritorio ya se crea un ambiente. Vena nos otorga un trabajo precioso, con minuciosidad y cuidado por el detalle. Es un monólogo exigente que no cualquiera puede llevar adelante. El actor se encuentra con la madurez necesaria para afrontar las demandas de este papel con suma destreza. El texto de Juan Villoro es absolutamente subyugante y no permitirá ninguna distracción del espectador. Es una propuesta de lujo para el teatro de nuestra ciudad. Milly Vázquez
Domingos a las 19
Teatro Regina
Av. Santa Fe 1235 – Cap.
(011)
Comentarios