Madre amadísima – Actúa: Oscar Giménez – Voces en off: Santiago Escalante, Pepa Luna – Vestuario: Paula Molina – Autor: Santiago Escalante – Director: Daniel Cinelli
Alfredito habita un pueblo del sur de España. Es un costurero con múltiples habilidades que viste a la figura de la virgen con minuciosidad, y en ese acto de amor y cuidado parece estar vistiendo a su madre. En el transcurso de la obra aflora la relación conflictiva con su padre, su paso por el servicio militar, su amor de juventud y el descubrimiento de la sexualidad, la importancia del vínculo con su madre y su experiencia en épocas del franquismo.
Madre amadísima se apoya en pocos elementos porque lo importante es el guion, que cobra vida mediante la magistral interpretación de Oscar Giménez, quien encarna convincentemente a un español homosexual en su lucha por salir del pueblo y conocer el mundo. Son varios los obstáculos para alcanzar la dicha, pero si encuentra al menos una parcela de felicidad, estará contento. El personaje reconstruye su pasado con herramientas de la ficción, y en esa puesta en escena consigue un efecto de lo verdadero.
El acto de ir vistiendo a la virgen es paralelo al desnudarse del personaje, quien se va desvistiendo internamente, nos va contando su historia hasta quedar al desnudo. Desde la dirección, Daniel Cinelli supo sacar brillo al profundo texto de Santiago Escalante. Tanto el protagonista como el director, de vasta trayectoria, han conseguido coser y descoser una trama para amalgamar las distintas partes con humor y soltura. La crítica a la institución de la Iglesia o a ciertos movimientos políticos con doble discurso está presente. El peso de los mandatos religiosos y el deber ser aparecen en la narración de Alfredito como escollos por ser superados. La posibilidad remota de vivir con libertad sólo podrá darse lejos del hogar donde las identidades puedan manifestarse fuera del ojo familiar y próximo que juzga y no deja crecer. ¿Cómo medir los propios éxitos y fracasos? ¿Cuáles son los miedos que le impiden despegar?
Es difícil la tarea de llevar a cabo un monólogo y sostener la atención del público, pero Giménez sale airoso de este desafío. Logra imitar el habla de un español y sus gestos resultan elocuentes, nos cuenta una atrapante historia con su cuerpo. La devoción por su madre es el hilo conductor de esta pieza y en esto habría una reivindicación de algo casi sagrado. El ritual de vestir a la virgen está muy vinculado con ello. Todo lo que se revela al espectador es una dolorosa confesión aunque plena de toques de humor e ironía. En este caso no son los sacerdotes los que escuchan para conceder el perdón, sino el público para conceder un atento oído y una fértil imaginación que puedan acompañar el relato del personaje con la misma devoción de su narrador. Milly Vázquez
Se dio hasta fin 2017
Teatro Buenos Aires
Rodríguez Peña 411 – Cap.
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