MACBETH, EL SUEÑO DE LAS BRUJAS – insólita mezcolanza

La compañía de Carlos Rivas y Graciela Toscano en inusitada versión del clásico

Macbeth, el sueño de las brujas – Autor: William Shakespeare – Actúan: Cecilia Dellatorre, Dalia Elnecavé, Vanesa Gonzales, Jorge Lifschitz, Mariana Melinc, Andrés Portaluppi, Bruno Rivas, Carlos Rivas, Mercedes Spangenberg, Gabriela Toscano – Voces en off: Alejandra Majluf, Ignacio Melinc – Vestuario: Alejandra Robotti, Mercedes Spangenberg – Escenografía: Facundo Necchi, Carlos Rivas – Iluminación: Gonzalo Córdova – Música: Bruno Rivas Toscano – Fotografía: Sandra Cartasso –   Dirección: Carlos Rivas

Después del éxito de Hamlet, la metamorfosis, la compañía El Fulgor, del director, actor y dramaturgo Carlos Rivas, presenta su versión de Macbeth como producto de un nuevo proceso de investigación en la obra del dramaturgo isabelino y a propósito del 450° aniversario de su nacimiento. El grupo recupera las notas distintivas que también caracterizaron la puesta de Hamlet, como varios actores en escena que interpretan más de un rol cada uno, mujeres que encarnan papeles masculinos, escenografía despojada pero con un uso completo y expandido del escenario, y modificaciones contrapuntísticas del texto original a través del kitsch, que funcionan como guiños para que el espectador asocie la temática de la obra con la actualidad.

El recorte de Rivas hace hincapié en la relación que una vez estableciera George Orwell -en su famoso comentario radiofónico de 1943 sobre la pieza- entre el personaje de Shakespeare y el moderno dictador fascista. El clásico tema de la ambición en Macbeth está desarrollado con elementos que lo traen directamente a la realidad contemporánea, a pesar de estar la obra enmarcada en el tiempo y espacio originales. Rivas es bastante claro al respecto: “William Shakespeare nos dice que no se puede gobernar por medios ruines sin denigrar a la sociedad gobernada. Cuatrocientos cincuenta años después nos sigue alertando: la megalomanía de los deseos personales instalados en el poder es garantía de inevitable decadencia del propio rey, del Estado y de los gobernados”.

Si bien el objetivo de investigación es claramente perceptible a través de los guiños en el uso de cierto vestuario, de la musicalización y, sobre todo, de los discursos de las brujas, Rivas no da el salto total que se esperaría en su relectura del texto. Asimismo, los planteos acerca de lo femenino y la temática de género -tan de nuestro tiempo- aparecen en todo momento a través de estos mismos guiños, de la ya conocida estrategia de Rivas de poner en actrices los roles masculinos, y de la fuerza otorgada al marco dentro del que se desarrolla la acción dramática: las numerosas brujas tejedoras de los hilos de la trama.

Para su Macbeth, el director decide que las brujas tengan una fuerza todavía mayor que en Shakespeare, pues no son tres sino muchas: un gran personaje colectivo con un rol fundamental para el desarrollo del drama. Son ellas quienes presentan mayores modificaciones con respecto al texto original. Podrían considerarse los vehículos del kitsch en la obra, que funciona como contrapunto y, por consiguiente, vehículo también de lo que se espera que el espectador opine sobre lo que ve y su relación con el contexto al que este espectador pertenece.

A diferencia de lo que dijera Orwell con respecto al texto de William Shakespeare, Rivas sí decide que las brujas sean indispensables en el drama: este marco es -como lo indica el título de Rivas- “el sueño de las brujas”. Es decir, ellas no son personajes secundarios en tanto simples ayudantes, no se limitan a predecir el futuro que ya Macbeth prevé ni a hacer más intenso un sentido de predestinación negativa (Orwell dixit), sino que, por el contrario, se erigen como aquella fuerza que, por soñar-relatar, crea el drama, lo hace presente y, en consecuencia, teje los hilos de la realidad en movimiento.

Si bien es interesante la tímida incursión en estos aspectos, en general no resultan orgánicos o coherentes los intentos de ruptura de la literalidad a través del vestuario de gusto dudoso, de una escenografía de estética poco clara, de una dirección de actores despareja y de un uso de la musicalización con escaso criterio. El gran acierto de la puesta es la síntesis temática y el dinamismo otorgado a una trama que podría resultar inabordable y lenta para el espectador contemporáneo. Sin embargo, ese dinamismo queda muchas veces opacado por la elección de pobres parámetros formales que revelan desprolijidad y falta de criterio estético. Carolina Piola

Se dio hasta fin de junio 2014
Centro Cultural San Martín
Sarmiento 1551 – Cap.
(011) 4374-1251
elculturalsanmartin.ar

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