He aquí un particular triángulo amoroso, una relación que juega en el terreno del poliamor. Sin embargo, nada es color de rosa; por el contrario, reproches y riñas son la materia prima de la obra. Dos mujeres exponen su cuerpo para subsistir en la marginalidad y así llevar el pan de cada día a casa, mientras que el hombre es sólo nombre, es sólo figura de virilidad.
La disfuncionalidad del trío genera crisis permanentes, de las que cuesta salir. La precariedad que los rodea también suma constantes situaciones caóticas. Dramatúrgicamente carece de un abanico de matices, pues los personajes transitan una línea inmutable, falta de contrastes, donde no hay un crescendo ni situaciones transformadoras.
El factor más atractivo de la puesta en escena está dado por las actuaciones. Gisela Lugani aporta cierta serenidad y lucidez en su interpretación de quien lleva el mando de la relación. Luz Subiela corporiza el personaje más extrovertido, con un tinte ingenuo, siempre provocando e incitando a sus compañeros. Gonzalo Cirigliano, como el fallido hombre del triángulo, logra una buena creación del macho frustrado, adueñándose del escenario tanto en los momentos más tirantes como cuando se requiere intimidad y conexión con el otro.
Son muchas las situaciones tensas que estos personajes con mucha calle transitan, cada una mas compleja que la otra. Justamente la calle los ha hecho fuertes y flexibles a todo, pero aparece un punto de quiebre y las 14 estaciones del viacrucis terminan por aniquilar su integridad. Andrés Ruiz Quintero
Sábados a las 21.30
Teatro El Piccolino
Fitz Roy 2056 – Cap.
(011) 4779-0353
elpiccolino.com.ar
Comentarios