Es un espectáculo simpático. De esto no cabe duda. Pero es que ella es simpática, cautivadora, agradable, seductora y original. Con su redonda y colorada nariz de payaso, Marina Barbera nos lleva, solita, a viajar -nunca sabremos a donde- por un derrotero hábilmente marcado por Raquel Sokolowicz.
Esta mujer que reconoce haberse ido despistadamente, es deleitable y amena. Cuenta con inocencia lo que le pasa. Se ríe de sí misma, y hace reír al público. Se entristece, y entristece al público. Es un clown perfecto que maneja a la par la comedia y la tragedia. Sale de la más sencilla silla con tan solo una cartera que maneja certera. Deja librada a la imaginación del espectador toda la significación de su candor, y expresa sin ambages sus mohines, mientras se quita sus escarpines. Por momentos es una señora, otros una niña. A veces es provocadora, a veces sorprendida. Y no lo esconde. Es siempre transparente. La música original de Agustín Flores Muñoz es el complemento ideal para el relato de una historia delirante.
En 45 minutos, Barbera demuestra su capacidad histriónica, interpretativa, coreográfica y de improvisación, personificando a una tal Marta. Quizás haga falta un texto que genere un mayor lucimiento. Quizás debería trabajar aun con la sorpresa del momento y la reacción del público. Es capaz de eso y mucho más, pues destila ternura y fascina desde la inocencia. Parece ser que no querríamos que se fuera. Martin Wullich
Se dio hasta julio 2008 en
No Avestruz – Humboldt 1857 – Capital
4777-6956
www.pareceserquemefui.blogspot.com
www.noavestruz.com.ar
Se dice que me dedico al teatro, al teatro de la conmoción, de la profundidad transformadora de los ojos cómicos. Soy actriz. Soy payasa. Varias horas de mis días se viven en las clases, o en prácticas, o ensayos e investigaciones sobre inventar mundos. Tengo un interés por el gag, y por la descompostura poética. Como un apasionamiento por ver los cuerpos despilfarrando estados alterados o inhibidos, frágiles. Evoco y a veces persigo, un estado de alegría explotada adentro, que humanamente se nos escabulle. Cuando descanso canto. Cuando descanso escribo. O me cocino algo riquísimo. Y cuando no quiero hacer nada de nada, me perfumo, me siento un rato en calma, en mi lugar preferido, a escuchar el movimiento del agua. Marina Barbera Seguir leyendo…
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