Un hueco – Actúan: Patricio Aramburu, Nahuel Cano, Alejandro Hener – Iluminación: José Pigu Goméz, Carolina Rolandi – Autor y Director: Juan Pablo Gómez
En esta época de mucho teatro off, de salas no convencionales, de espacios improvisados, es difícil sorprenderse. Sin embargo, ingresar al vestuario de caballeros del Club Estrella de Maldonado -donde han jugado, entre otros, Diego Latorre y Maxi López-, observando lockers, letrinas y lavatorios, para sentarse algo apretujadamente en un banco junto a tan solo dieciocho espectadores, no deja de ser llamativo y original. Es el punto de partida de Un hueco, para escuchar, casi pispear escondidamente, el diálogo que se produce entre tres varones, justamente allí, en ese vestuario de un club que los ha hecho amigos.
La iluminación es tan auténtica como el espacio, un tubo fluorescente da el marco preciso de parejo color mortecino. Tal como la muerte que se adivina en el espacio contiguo, donde se realiza un velorio. Algo morosa en el inicio, la historia va apasionando en la medida en que se conoce el pasado de estos jóvenes con sus problemas, decisiones no tomadas, equivocaciones, ansiedades y anhelos. El texto de Un hueco se enriquece mucho en los momentos que mezclan esos problemas con una catártica dosis de humor y diversión. Es claro el cariño que se tienen. Sin embargo, no dejan de echarse en cara viejas deudas, discusiones y recuerdos de épocas pretéritas, entre críticas a la circundante hipocresía pueblerina.
El superado Hugo Schwarzman –personificado por Alejandro Hener, en un trabajo logradísimo– ha regresado con ciertos aciertos a ese pueblo que lo vio crecer, y su mayor problema es que le sigan diciendo Huguito. El respeto por sus ancestros judíos lo hace consustanciarse pluralizando “hemos huido de Egipto”, mientras aclara que el bar mitzvá es a los 13 años y no a los 15, o que son knishes lo que sus compañeros llaman bocaditos de puré. A pesar de todo, no niega que come carne de cerdo sin hacerse mayor problema.
Nahuel Cano, esgrimiendo un par de muletas, se mueve con presteza por el natural escenario, mientras que su personaje, algo tibio en el comienzo, logra carnadura durante el transcurso del relato. Patricio Aramburu es muy convincente, transmite estupendamente su alegría y sus penas, en un punto muy ajustado, hasta en su inevitable borrachera para escapar de la insoportable y rutinaria realidad. Quizás algo exacerbados resulten los iracundos momentos que ha marcado el director Juan Pablo Gómez quien, sin embargo, ha sabido llevar al trío actoral por el camino correcto de la atrayente dramaturgia.
En esta imaginaria, aunque cotidiana historia de verdades, a uno de ellos le transpiran las manos, discuten por la dignidad, deploran a los viejos de mierda del club, hacen disquisiciones sobre lo que al muerto le hubiera gustado o no, mientras es velado en un salón lleno de trofeos. Ese es el clima agridulce de Un hueco, donde sobrevuela como una sombra anhelante el aserto de que “a todos les gusta Buenos Aires”. Martin Wullich
Se dio hasta 2010
Club Estrella de Maldonado
Av. Juan B. Justo 1439 – Cap.
www.estrella-maldonado.com.ar
www.unhuecoteatro.blogspot.com>
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