Taco teco – Intérpretes: Ariel Almirón, Martín Almirón, Emilia Andrada, Johana Aranda, Germán Ballejo, Pamela Colaneri, Giovanna Di Vincenzo, Juan Manuel Firmani, Benjamín Galián, Malvina Gili, Romina Miguel, Nicolás Minoliti, Sebastián Sánchez, Florencia Segura y Micaela Spina – Músicos: Cristian Basto, Adrián Mastrocola, Daniel Ruggiero y Adrián Ruggiero – Vestuario: Nélida Bellomo – Escenografía: Noelia Gonzalez Svoboda – Iluminación: Sergio Iriarte – Idea y Dirección: Ignacio González Cano
No hay sorpresa en el inicio con una desvaída versión de No llores por mi, Argentina. Tampoco la hay en un clásico número de habilidad con boleadoras. La violencia exacerbada en el castigo a las mujeres, así como a un homosexual que baila tango con femeninos zapatos, no aporta arte, no se disfruta, duele. El final, con el grito de “¡puto!”, poco tiene de refinamiento y mucho de agresión, tal como la expresada por un bailarín que le dice a su compañera que tiene una empanada en vez de empeine y que está allí “gracias a que de pendeja aprendiste a chupar la pija, ¡boluda…!”.
El texto, falto de línea argumental, no sólo es procaz sino oscilante y poco atractivo. No termina de entenderse a donde quiere llegar su autor, Ignacio González Cano, con números inconexos, escenas de hospital con camillas, enfermeras y jeringas, y supuestos castings y ensayos marcados por un director en off.
Es gracioso el sketch de la aspirante a tanguera que todo lo tiene y hay un buenísimo desempeño de los bailarines -se nota formación clásica en varios de ellos- con mucha energía, junto a un excelente acompañamiento musical e interesantes arreglos del cuarteto que incorpora piano, violín, contrabajo y bandoneón. El vestuario está bien realizado y la iluminación es despareja.
Con humo por doquier, Taco Teco oscila entre un clásico espectáculo de tango for export -lo presentan como “el show que triunfa en Europa” (?)- y una supuesta renovación transgresora del estilo, que incorpora cuerpos semidesnudos pero faltos de sensualidad. Si se pretende dejar un mensaje, falta ilación y desarrollo. Si se intenta como diversión, falta humor. Y para ser un show de tango clásico hecho y derecho le sobran modernidades. Martin Wullich
Se dio hasta agosto 2013
Teatro Hasta Trilce
Maza 177 – Cap.
Comentarios