Sombra tirana – Elenco: Daniel Begino, Santiago Cejas, Magalí Meliá, Romina Palermo, Marcelo Sapoznik, Manuel Lorenzo (suplente) – Música: Leo Costa – Coreografía: Natalia de la Puente – Máscara: Alfredo Iriarte – Iluminación: Horacio Novelle y Cía. Sombra Tirana – Vestuario y Escenografía: Vanesa Abramovich – Dramaturgia y Dirección: Marcos Arano Forteza
Cuánta creatividad, cuánto histrionismo, cuánta energía, cuánto profesionalismo hay en esta fantástica puesta en escena. Sombra tirana tiene un importante nivel de delirio que parte de una insólita historia, disparadora de las reflexiones que el texto emana por doquier. Es, a la vez, un maravilloso juego de teatro dentro del teatro, desde el mismísimo momento en que el elenco traspasa la cuarta pared sin ambages, consultando a los espectadores, opinando sobre ellos, y discutiendo sus posturas.
Marcos Arano Forteza es un coloso que ha creado un despropósito a propósito y nos presenta un dislate quimérico brillante en el que nada queda librado al azar. El director mantiene en vilo al espectador con el funcionamiento de una maquinaria escénica ajustadísima, en la que cada una de sus piezas trabaja grupal e individualmente con una notable precisión. Hay un ímprobo trabajo de todo el elenco, una entrega total con una actuación sustanciada y naturalidad en la expresión, artistas de pura cepa en un grandioso crescendo hacia la eclosión final.
Desde Irina -quizás la de Chejov-, pasando por Shakespeare con Hamlet y Fortimbras, Calderón de la Barca y su ensoñada vida, Moebius o la Roma de César y Bruto, el autor no desdeña conocidas frases sin sentido -“a mi me rebota y a vos te explota”- y combina muy hábilmente cuestiones políticas, todo con un ritmo imparable y catártico. En esa atractiva tómbola entran los semi raza rechazados, la mordedura de un limón y la ternura competida por cada intérprete. Es claro que la carne de los actores es proteína para la cultura nacional y hay quien no confía en las personas con lindas voces ni en las que se les corre el maquillaje
El nivel de humor es colosal y el desatino es total. Cada intérprete define Sombra tirana a su modo: un ensayo filosófico sobre la muerte y nuestra incapacidad de poder afrontarla, o un experimento psicológico basado en los conceptos de Carl Jung, o teatro en su mínima expresión. Alguien les grita: ¡manga de zurdos!, si vamos a morir que sea a través del arte. También se habla de la libertad, del aire libre, la canilla libre, Mercado Libre, Paso de los libres, o libre como el ave que escapó de su prisión…
Sombra tirana indaga en las tinieblas y en lo onírico, jugando con luces manejadas individualmente, que reflejan u oscurecen a otros seres. Interpela al espectador en una lograda mezcla que revela los contrastes de la esencia humana, mediante un humor punzante y una poesía descarnada. Martin Wullich
Domingos a las 20
Centro Cultural de la Cooperación
Av. Corrientes 1543 – CABA
(011) 6091-7000 int. 8313
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