RÉQUIEM, curioso encuentro

Lecciones de vida después de la muerte

Réquiem – Actúan: Carlo Argento y Jessica Schultz – Vestuario: Juan Miceli – Escenografía e Iluminación: Herminia Jensezian – Autor y Director: Jorge Palant

Sabemos, más o menos, cuánto tiempo tenemos de vida; qué espacio temporal promedio es razonable estar en este mundo. Pero no sabemos, en cambio, cuánto tiempo tendremos de muerte, ni cómo será aquello, ni con quién nos encontraremos, ni ante quién deberemos rendir cuentas de las cosas que hicimos cuando todavía respirábamos. Para acercarnos a Réquiem, escrita y dirigida por Jorge Palant, que en rigor no propone una historia sino un encuentro inesperado pero de ningún modo inverosímil de sus dos personajes, debemos ante todo presentar a los mismos.

De Milena Jesenská, escritora, periodista y traductora checa, podríamos decir que mantuvo una apasionada correspondencia con Franz Kafka, aunque apenas tuvo dos encuentros personales con él. De todos modos, en este caso su relevancia tiene que ver con su tiempo de detención en el campo de concentración de Ravensbrück, en Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial.

Milena era una reconocida periodista, de espíritu inconformista, y tras la ocupación de Praga se sumó a la resistencia, hasta que fue detenida por la Gestapo hacia fines de 1939. En los campos mantuvo una conducta animosa, solidaria y valiente, que sirvió de ayuda a muchas otras prisioneras y que más tarde relató en un libro su amiga Margarete Buber-Neumann. Milena murió por una infección renal, en 1944, sin haber recuperado su libertad.

El  otro personaje es Kevin Carter, un fotoperiodista sudafricano que se suicidó en 1993, poco después de haber recibido un premio Pulitzer de fotografía. Su foto más emblemática, por la cual obtuvo su reconocimiento, la tomó en un campo de refugiados en Sudán y muestra a un buitre acechando a una niña desfalleciente, en evidente estado de desnutrición. Hubo mucho debate en torno de esa fotografía y la moral del fotógrafo, denunciado como alguien ávido por capturar la miseria de otro ser humano, más que por correr en su ayuda. Alguien escribió: “El hombre ajustando su lente para lograr el encuadre perfecto del sufrimiento de la niña también es un predador, otro buitre en la escena”.

Después resultó ser que la supuesta niña era un niño llamado Kong Nyong, quien murió recién en 2008; que en la foto no estaba agonizando, sino defecando; y que el buitre no aguardaba un cadáver, sino los excrementos del estercolero. Nada de esto cambió el destino de Carter, que se suicidó por un cúmulo de dolores: “Estoy deprimido, sin dinero. Me persiguen los recuerdos vivos de los muertos, de los asesinatos y los cadáveres, la ira y el dolor, del ver morir de hambre, de niños heridos, de locos de gatillo fácil, de los asesinos verdugos”, escribió en la nota que dejó tras su trágico final.

Estos dos seres comparten, después de muertos, este encuentro de tono sartreano imaginado por Palant, para recorrer sus historias y sus puntos de vista, en cierto modo enfrentados en lo que se refiere a qué actitud ética tomar ante al sufrimiento, el propio y el de los demás; o hasta dónde es posible resistir, y a partir de qué punto sería lícito renunciar. Sin embargo, los dos también se encuentran hermanados en el espanto que han debido enfrentar, en lo que hace al horror que es capaz de producir el ser humano.

Las actuaciones de Jessica Schultz y de Carlo Argento son excelentes, al igual que el trabajo de iluminación y la disposición escénica, que pone a los dos actores en proximidad con el público en toda la sala. En resumen, Réquiem se trata de un curioso y atractivo planteo dramático, que vale la pena tener muy en cuenta. Germán A. Serain

Se dio hasta octubre 2017
Tadron Teatro
Niceto Vega 4802 – Cap.
(011) 4777-7976
tadronteatro.com.ar

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