ORLANDO, texto en escena

Una obra de amplio contenido a partir de la novela de Virginia Woolf

Orlando – Actúan: Maricel Alvarez, Horacio Marassi, Emilio García Wehbi – Música en vivo: Cuarteto de cuerdas de la UNTREF (David Núñez, Carlos Brítez, Mariano Malamud, Martín Devoto) – Sonido: Marcelo Martínez – Proyecciones y mapping: Leandro Ibarra, Nicolás Dardano – Vestuario: Martín Churba – Iluminación: Agnese Lozupone – Escenografía: Julieta Potenze – Texto, puesta en escena y dirección: Emilio García Wehbi

Orlando (Una biografía), la novela de Virginia Woolf, publicada en 1928, es un trabajo precioso y muy significativo dentro de la cultura del siglo XX. Orlando (Una ucronía disfórica), el texto escrito por Emilio García Wehbi a partir de la obra de Woolf, le hace pleno honor: se trata sencillamente de un material admirable y definitivamente valioso.

El personaje de Orlando, encarnado aquí por Maricel Alvarez, está en cierto sentido afuera del tiempo y también se mantiene al margen de las geografías y los géneros. Definido conceptualmente a través de su propia imprecisión, es a un mismo tiempo hombre y mujer, y sin proponerse como inmortal vive no obstante a lo largo de al menos quinientos años. Como dice el autor, se trata de un apátrida desterritorializado, que a través de los siglos reivindica la emancipación a través del pensamiento, tomando la construcción social y política del sexo como una fuerza revolucionaria. O quizás el propio personaje, harto de las cotidianas y vanas dicotomías, pudiera enumerar: Mujer, hombre, sangre, esperma, carne, hueso, nacimiento, muerte… Lo cierto es que el fondo del alma no es algo binario, ni sensato, ni narrativo. Para rematar, brutalmente: «Yo soy un error y elijo serlo».

Hay también un segundo personaje, algo así como un semidios decadente, identificado como un ex poeta, ataviado con unos calzoncillos blancos, mocasines y una camiseta de la selección argentina en cuya espalda luce el número 10 y un nombre, el del eterno Virgilio. Encarnado por Horacio Marassi, este personaje alterna sus propios monólogos con las intervenciones de Orlando y las del propio autor, quien lee la biografía de Orlando encaramado en una escalera. En cierto sentido sencilla, desde el punto de vista escénico, la estructura de la obra se comprende rápidamente a partir de la referida alternancia.

Hay empero un par de elementos más que vienen a completar el contrapunto: acompañando el paso del tiempo y las diferentes épocas que atraviesa la vida del protagonista, un cuarteto de cuerdas en escena interpreta fragmentos de obras de Castello, Chevalier de St. Georges, Beethoven, Bach, Penderecki, al mismo tiempo que el fondo escenográfico, una enorme pared repleta de palabras garrapateadas por la mano de Orlando se convierte en tres pantallas, en las cuales una enloquecida sucesión de cientos, o acaso miles de imágenes, nos pone en una disyuntiva vinculada al irremediable paso del tiempo: poderosos estímulos visuales, cada fotografía nos incita a mirar a derecha o a izquierda, pero en cuanto reconocemos un rostro, una figura, ya es pasado; y si miramos una pantalla nos perdemos lo que sucede en la otra, incluso cuando en el medio la figura de Orlando permanezca.

De esta manera la obra se convierte en un espectáculo de artes combinadas, música, imagen, escena y literatura. Sin embargo, el peso del texto es tan grande, su profundidad es tan extensa, que seguramente sería necesario ver la obra al menos una cierta cantidad de veces para extraer de ella un cúmulo suficiente de significantes que logre hacernos sentirnos satisfechos. La cuestión no deja de resultar utópica, pues podemos ver la obra dos, seis, veinte veces, pero jamás ha de ser la misma obra, porque nosotros, los espectadores, jamás seremos dos veces los mismos. Así y todo, le recomendamos que no deje de atreverse a ella. Germán A. Serain

Se dio hasta fin 2017
Teatro San Martín

Av. Corrientes 1530 – Cap.
0800-333-5254

complejoteatral.gob.ar

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