La trágica historia de Eliza Brown (hija del célebre almirante irlandés) y su prometido, Francisco Drummond, culminaría en un sitio de la ciudad de Buenos Aires donde iban a su descanso eterno aquellos que no se amparaban bajo el ala de la Iglesia católica. Dos lápidas recuerdan el paso de los despojos de aquellos desgraciados amantes por el Cementerio Británico de Disidentes; sus cuerpos fueron trasladados más tarde a Recoleta. En la visita guiada previa al concierto del Ciclo Clásica en el Cementerio Británico, Mariana Bianco compartió a los visitantes esta triste historia y varias otras relacionadas con quienes esperan la resurrección, en tumbas prolijamente dispuestas en un espacio mucho más pequeño que el del camposanto vecino, el Cementerio del Oeste, hoy Chacarita.
Mientras los visitantes contemplaban con curiosidad las lápidas con nombres ingleses, armenios, judíos y de otros orígenes, la soprano Rocío Giordano y el tenor Julián Zambo amenizaban los relatos con piezas que destilan esperanza, como la Oda a la alegría, o que expresan la más profunda espiritualidad como el Panis angelicus, o la tragedia misma de la vida, como Alfonsina y el mar.
La capilla sería el punto de encuentro de los visitantes con los músicos que dieron el concierto tras la breve guiada. Durante el ocaso, los visitantes ingresaron a aquel austero edificio que recuerda a las construcciones galesas y que fue declarada Monumento Histórico Nacional en 2010. Allí, a la vista de un sobrio altar de mármol y su crucifijo en el extremo de la nave, se ubicó el Trío Meridiem, conformado por Eduviges Picone al piano, Pablo Labanda en violín y Siro Bellisomi en chelo. La agrupación abrió la velada con los primeros acordes casi fúnebres del molto allegro agitato del Trío en re menor op. 49 de Felix Mendelssohn. Ayudado por la estupenda acústica del lugar, el andante con moto tranquillo parecía recibir la noche con melancolía.
Luego de una impecable ejecución de los dos movimientos restantes del trío de Mendelssohn y tras el caluroso aplauso, llegó el turno del Trío no. 1 op. 8 de Johannes Brahms. La acústica era inmejorable, propiciada por el precioso techo revestido con madera. El allegro con brio parecía ahuyentar la oscuridad que caía sobre la capilla. Iluminados por las tenues lámparas de la nave, el público escuchaba complacido a los intérpretes que terminaban de ejecutar esta pieza de Brahms, evidentemente iluminados por la música y acaso indiferentes a la algidez de la noche. Viviana Aubele
Fue el 29 de junio de 2024
Cementerio Británico de Bs. As.
Av. Elcano 4568 – Cap.
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