LITERATURA CHICANA, rara avis

Un pueblo traspasado por una frontera y su producción para las letras del continente

A fines de junio de 2020 se apagaron ochenta y dos fructíferos años del escritor estadounidense de origen mexicano Rudolfo Anaya, cuyas páginas hicieron conocer la cultura y las tradiciones de su comunidad al mundo de la mainstream media. Criado en Nuevo México, Anaya es uno de los referentes de la literatura chicana, una rara avis de las letras de nuestro continente. Se trata de un movimiento surgido en circunstancias adversas y que se ha manifestado como un clamor por justicia y reconocimiento.

 A mediados del siglo diecinueve Estados Unidos y México entablaron un conflicto armado, del cual esta última nación tendría más para perder que para ganar. En 1848 la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo hizo que México cediera prácticamente la mitad de su territorio al vencedor. Nombres como Colorado, Nuevo México, Arizona y otros que hoy son parte de los cincuenta estados del país del norte denotan su origen hispano. A los mexicanos que a la sazón vivían en esos lugares se les aseguró que serían bien tratados y considerados ciudadanos estadounidenses.

Sin embargo, se desplegó una política de discriminación sistemática. Las exiguas oportunidades laborales y educativas, la mirada reprobatoria de los vencedores hacia los vencidos, el menosprecio a la valía del acervo lingüístico-cultural mexicano, y la resistencia de los vencidos a asimilarse a las nuevas condiciones de vida, ocasionaron un mar de fondo que erupcionó hacia los años sesenta con el impulso del movimiento por los derechos civiles liderado por Martin Luther King Jr. Fue el momento justo para que una comunidad silenciada saliera a declarar a los cuatro vientos que ellos también eran valiosos.

Como ocurre con ciertos vocablos, el término “chicano” fue virando de uno que denotaba profundo desprecio, a otro que fue adoptado como sinónimo de orgullo y de identidad. Se trata de una deformación de “mexicano”, y se ha usado para denominar despectivamente a los mexicanos que, de la noche a la mañana, quedaron inmersos en un nuevo país, una nueva cultura, un nuevo idioma. El apelativo y la literatura chicana fue tomado por aquellos hombres y mujeres que sostienen que no fueron ellos quienes traspasaron la frontera, sino que la frontera los traspasó a ellos.

En su larga vida, Rudolfo Anaya escribió cuentos, ensayos y novelas, de las cuales Bendíceme, Ultima (Bless Me, Ultima) es la más famosa. Fue publicada por vez primera en 1972, ha sido llevada al cine y hasta se hizo una ópera basada en la historia. Narra los años de la preadolescencia de Antonio Márez y su entrañable relación con Ultima, una curandera que pasa los años de su vejez con el niño y su familia. En un formidable manejo de los elementos del realismo mágico latinoamericano, Anaya aborda temas como la pérdida de la inocencia, la puja entre la vida en el llano y la vida agrícola, la tensión entre una fe casi mágica y la realidad misma de la vida que parece apartarse de los mandatos religiosos, la muerte siempre presente, la vida que sigue a pesar de todo. También la lucha entre el bien, representado por Ultima, y el mal, concepto presente en la figura de Tenorio Trementina, el antagonista. En toda la novela se respira una atmósfera donde la luna, las hierbas medicinales, la misteriosa “presencia” del río, la belleza del llano, las leyendas mitológicas y las tradiciones están delineadas con encantadora nitidez.

Una característica sobresaliente de la literatura chicana es el cambio de código (code switching) entre el inglés y el español. Sin llegar a ser un spanglish, este mecanismo permite que en una misma oración en inglés aparezcan términos en español, prolijamente entretejidos, de modo que el fluir del discurso no se interrumpe. En Bendíceme, Ultima, Anaya utiliza este recurso para subrayar la condición eternamente fluctuante entre la lengua dominante -el inglés- y el español que lucha por su legitimidad y reconocimiento.

La literatura chicana abreva en los distintos géneros literarios. Mencionamos a Anaya y su novela más célebre, aunque también deberíamos mencionar a Sandra Cisneros (nacida en Chicago, Illinois, en 1954), autora de The House on Mango Street, una novela en forma de breves relatos; el Teatro Campesino de Luis Valdez (nacido en 1940 en California) y la poesía de Alurista (nacido en 1947). Imposible pasar por alto al boxeador, poeta y activista Rodolfo “Corky” Gonzales (1928-2005), autor del poema I am Joaquin, donde la figura del “Robin Hood” chicano, Joaquín Murrieta, es el aglutinante de la historia de una comunidad que comprende las antiguas tribus mesoamericanas, la conquista española, la pérdida del territorio y las luchas y anhelos de los chicanos. Viviana Aubele

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