La farsa de los ausentes – Actúan: Melina Benitez, Eric Calzado, Roberto Carnaghi, Hernán Crismanich, Pablo De Nito, Milagros Fabrizio, Daniel Fanego, Susana Herrero Markov, Carlos Kaspar, Fernando Khabie, Carla Laneri, Abel Ledesma, Andrés Mangone, Gabriel Paez, Juan Palomino, Mauro Pelle, Hilario Quinteros, Dulce Ramirez, Santiago Rios, Fabio “Mosquito” Sancineto, Ivana Zacharski – Música e intérprete: Claudio Peña – Vestuario: Julio Suárez – Escenografía: Norberto Laino – Iluminación: Felix Monti, Magdalena Ripa Alsina – Sonido: Claudio Peña – Autor: Roberto Arlt – Dirección: Pompeyo Audivert
A diferencia de otros trabajos de Roberto Arlt, donde lo humano aparece de una manera absolutamente descarnada y salvaje, pero al mismo tiempo inmediata, en esta obra de Pompeyo Audivert, basada en la farsa El desierto entra en la ciudad -la pieza teatral en la cual Arlt estaba trabajando cuando falleció en 1942, a sus 42 años-, lo humano aparece desdibujado, al punto de cuestionarnos si en verdad esos seres que vemos sobre el escenario son personas u otra cosa, algo inferior, sin historia, ni destino, ni nombre. Si se revelan como humanos, es en el preciso momento en que ellos mismos comienzan a preguntarse estas cosas. Luego están los otros, los que tanto podrían ser hombres como semidioses, de cuyo designio depende el resto de las existencias, aunque se trataría de semidioses imperfectos, falibles, toscos, ignorantes de muchas cosas, y además mortales, por más que luego reencarnen en nuevas versiones más acabadas y perversas de sí mismos.
Con un despliegue escénico impactante y un elenco tan numeroso como eficaz, la obra abre con una extensa acción sin diálogos, con una estética que tanto podría remitir a un cuadro de Jeronimus Bosch, a un film de Peter Greenaway o simplemente a una pesadilla. Audivert relaciona su versión del texto de Arlt con la literatura dramática de Samuel Beckett, y el resultado es fabuloso e inquietante. No sabemos dónde se ubica la acción, ni en qué época. Lo que presenciamos no es la realidad, y sin embargo parece remitir a ella permanentemente a través de referencias y claves desperdigadas por doquier. Son los restos que quedan de un tiempo que todavía no ha sido, y que a través de un aparente absurdo nos enfrentan a nosotros mismos, actores de una farsa atada a los caprichos y delirios místicos de un César, encarnado por Daniel Fanego, o de poderes aun más fuertes que permanecen ocultos en las sombras. Este es un dato importante: si los protagonistas de la farsa están en cierto modo ausentes de la vida, quienes verdaderamente mueven los hilos son omnipresentes, pero no aparecen jamás en el relato. El anclaje con nuestra realidad está entonces a la orden del día.
Es revelador que Audivert plantee su propuesta como “una experiencia teatral superadora del realismo histórico”. Tanto como el hecho de que el propio Arlt, en un texto autobiográfico escrito en 1927 y reproducido en el programa de mano explique: “Mis ideas políticas son sencillas. Creo que los hombres necesitan tiranos. Lo lamentable es que no existan tiranos geniales. Quizás se deba a que para ser tirano hay que ser político, y para ser político hay que ser un solemne burro o un estupendo cínico”. Así planteadas las cosas, La farsa de los ausentes es una obra necesaria, que vale la pena ver y apreciar, con toda la carga poética y simbólica de Arlt, que tiene lugar sobre el escenario y se extiende mágicamente para reproducirse en las calles, los periódicos, los templos, los libros de historia, las fábricas, los burós administrativos, en ninguna parte y en todos lados. Germán A. Serain
Se dio hasta fin de 2017
Teatro San Martín
Sala Martín Coronado
Av. Corrientes 1530 – Cap.
complejoteatral.gob.ar
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