Reponer un ballet de la segunda mitad del siglo XIX puede generar alguna controversia. El mundo del arte ha cambiado, y hay otros lenguajes y nuevas músicas que podrían tentar al espectador con propuestas más acordes a la época actual. Sin embargo, cuando a la calidad, entrega y talento en los artistas se suma el lujo visual, el encanto de la tradición revive y el encuentro con el público se convierte en una verdadera celebración. Así ocurrió en la función de estreno de La bayadera en el Teatro Colón.
Esa celebración tuvo varios atractivos: el debut de la argentina Ludmila Pagliero –actual étoile de la Ópera de París- en el primer coliseo argentino; la actuación de Herman Cornejo –también argentino, principal del American Ballet Theatre- como Solor; y la reposición de la coreografía de Natalia Makarova, ícono de la danza del siglo XX, llevada a cabo por la propia ex estrella rusa, radiante ante la ovación que se le brindó en el saludo final. Pero no fue menor el excelente desempeño de solistas y cuerpo de baile autóctonos, a tono con la importante ocasión, que dieron impecable marco.
Las razones por las que Pagliero es la primera latinoamericana en alcanzar el más alto rango en la más cerrada compañía de Europa quedaron expuestas en el escenario. No hay el más mínimo atisbo de duda en su técnica; grandes maestros como Ghislaine Thesmar en Francia y Olga Ferri en la Argentina intervinieron eficazmente en su formación. Pero además, la bailarina exhibe una máscara notable, que conmueve y convence. Junto a ella, Cornejo derrochó virtuosismo y expresividad, limpieza en sus pasos, y deslumbrantes saltos y giros.
La sorpresa de la velada fue la actuación de la joven Macarena Giménez, del Ballet del Colón, como Gamzatti. Sin fisuras desde lo técnico, impactó con los arriesgados fouettés italianos de la escena del compromiso, en un equilibrio del que hizo gala durante toda la función. Como actriz, demostró fuerte carácter y convicción en la contundente escena con Nikya, con un dejo de insidia ante la inducida muerte de la bayadera. Es un escalón más en la ya sólida carrera de la bailarina argentina.
En otros comprimarios, Edgardo Trabalón se lució como el faquir Magdayeva, Vagram Ambartsoumian fue un convincente Gran Brahmán, y Emilia Peredo Aguirre, Ayelén Sánchez y Georgina Giovanonni resolvieron con justeza sus variaciones en el acto de las sombras. El cuerpo de baile se vio inusualmente parejo, en lo que ansiamos sea el comienzo de una profundización en ese sentido. La entrada de las sombras, con brazos y piernas en perfecta concordancia, fue un verdadero placer para los ojos que esperamos se repita en otras ocasiones.
El hermosísimo vestuario de la diseñadora griega Theoni Aldredge y la lujosa escenografía de Pier Luigi Samaritani lograron trasladarnos a la misteriosa India, para disfrutar de un espectáculo de gran placer visual. Patricia Casañas
Fue el 13 de noviembre de 2016
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
(011) 4378-7109
teatrocolon.org.ar
También participaron: María Alejandra Acosta Villamayor, Dalmiro Astesiano, Luciana Barrirero,Natacha Bernabei, Camila Bocca, Alejo Cano Maldonado, Paula Cassano, Magdalena Cortés, Maximiliano Cuadra, Matías De Santis, Laura Domingo, Iara Fassi, Ludmila Galaverna, Julián Galván, Lucas Garcilazo, Macarena Giménez, Georgina Giovanonni, Oana Hutusoru, Catalina Jasienovicz, Stephanie Kessel, Camila Leite, Adrián López, Marisol López Prieto, Cecilia Lucero, Antonio Luppi, Facundo Luqui, Natalia Pelayo, Emilia Peredo Aguirre, Claudia Pereyra, Victoria Pozzi, Luisina Rodríguez, Manuela Rodríguez Echenique, Ayelén Sanchez, Matías Santos, Natalia Saraceno, Clara Sisti Ripoll, Caterina Stutz, Leandro Tolosa, Igor Vallone, Martin Vedia, Victoria Wolf y Gerardo Wyss.
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