El título podría parecer algo rimbombante y hasta soberbio. Sin embargo este quinteto demuestra que tiene bien ganado por lo menos el ingreso y la permanencia en la casa real de los grandes del ballet contemporáneo y –sobre todo- clásico. Cada uno tiene una impronta particular. Cada uno expresa lo suyo, con técnica impecable o con subyugante emoción, con gracia en la expresión o sorprendentes jetées, con creatividad coreográfica o encanto gestual. Sumado a una precisa iluminación y piezas musicales desarrolladas con exquisitez, logran un espectáculo sumamente atractivo.
Si bien el número inicial con la música de Franz Schubert no tiene el impacto temperamental y expresivo que se espera, el espectáculo crece con Enrique Granados y el Remanso creado por Nacho Duato y expresado maravillosamente por Leonid Sarafanov, Marcelo Gomes y Guillaume Côté con particularísima y contemporánea estética. Ya en la segunda parte, cada pieza bailada individualmente -como la conmovedora Danza de los Espíritus Bienaventurados, interpretada por el sensible Denis Matvienko– o en impactantes dúos, sorprende en su total belleza. Sin embargo, hace eclosión con Labyrinth of solitude, bailado con intrínseca sustancia por el colosal Ivan Vasiliev, cuya ejecución y expresividad se entregan con maestría al arte de la danza.
El cierre, con los cinco reyes en escena, en vestuario blanco y negro -mientras Côté se escapa por un instante a tocar en vivo su propia sonata en el piano-, resume la particular estética y el buen gusto que define a este auténtico y notable show de bailarines varones. Martin Wullich
Fue el 9 de noviembre de 2012
Teatro Coliseo
M. T. de Alvear 1125 – Cap.
(011) 4816-3789
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