JULIETA IGLESIAS, de Chopin a Serú Girán

La pianista argentina nos habla sobre su disco dedicado a temas de Charly García

De no ser tan largo, esta nota podría haberse titulado El misterioso caso de la pianista argentina radicada en Londres que pasó de tocar Bach, Chopin y Ravel a canciones de Serú Girán. Pero comencemos por el principio: Julieta Iglesias empezó a tocar el piano cuando tenía cuatro años, de una manera lúdica. En la casa de sus abuelos había un viejo piano de cola y ella se sentaba a tocar, como si fuese un juego, sacando canciones de oído. Su abuelo cada tanto insistía para que la enviaran a tomar clases. Pero la madre se resistía: no quería hacerlo hasta que su hija se lo pidiese. Tanto ella como  sus hermanas habían estudiado piano de chicas, pero lo habían hecho obligadas. Con Julieta no iba a suceder lo mismo.

Por eso fue que recién a los diez años Julieta Iglesias comenzó a tomar clases con una profesora de Vicente López, su barrio. En la primera clase, la docente tocó un par de canciones, sólo para mostrarle lo que iría aprendiendo en el futuro. En un momento la maestra salió, para buscar unas partituras, y al volver se sorprendió al ver que Julieta yo había comenzado a tocar de oído la última pieza que le había mostrado.

Un par de años más tarde, esta profesora se mudó a Europa y Julieta continuó sus clases con otra maestra, hasta ingresar al Instituto Universitario Nacional de las Artes. A los pocos meses de estar con esta nueva profesora, con quien al principio  Julieta apenas intercambiaba palabras debido a su timidez, participó en una muestra de jóvenes pianistas en la que tocó el primer movimiento de una Sonatina de Friedrich Kulhau. Era la segunda vez en su vida que actuaba en público. La gente la aplaudió hasta que los otros chicos le dijeron que tenía que volver a salir al escenario para saludar. Julieta Iglesias nunca había ido a ningún concierto, desconocía por completo estos códigos. Pero quedó claro que la conexión de Julieta con la música no era solo un pasatiempo.

En 2017 se recibió de Profesora Superior de Educación Musical, con orientación en piano, en el Conservatorio Astor Piazzolla de la Ciudad de Buenos Aires. Para entonces ya había viajado a Londres a estudiar con Alberto Portugheis, y tuvo sus primeras experiencias actuando en Europa. Ahora, radicada en la capital británica, sorprende dedicando uno de sus últimos discos a versionar temas de uno de los grupos más importantes del rock nacional argentino: Serú Girán. 

Conversamos con Julieta Iglesias:

De Buenos Aires a Europa. Y de la música clásica a la música popular. ¿Cómo se dieron estas evoluciones y qué te llevó a pasar de Haydn, Bach o Debussy a Serú Giran?

Al principio todo comenzó como un hobby. No pensaba que me dedicaría al piano. En mi casa no solía escucharse música clásica, salvo algunas arias de ópera cantadas por Luciano Pavarotti. Pero crecí con The Beatles y Queen. A medida que fui estudiando, mi amor por la música clásica fue creciendo, aunque debo admitir que disfruto muchísimo más interpretándola que escuchándola. Todavía sigo teniendo una gran preferencia por el rock, con el que crecí al momento de prender la radio.

A los 17 años comencé a ofrecer mis primeros recitales solistas. Al terminar el colegio, ingrese al IUNA (hoy UNA), donde estudié con Néstor Zulueta y luego con Aldo Antognazzi, recibiéndome de Licenciada en Artes Musicales en 2008. Me introduje más en el mundo de la música clásica, donde ya me sentía cómoda, y empecé a frecuentar el Teatro Colon con mis amigos, a descubrir nuevos pianistas, a tocar música de cámara, a disfrutar de pequeñas incursiones en la composición a partir de trabajos prácticos de armonía y contrapunto. 

En 2013 vine a Londres por unos meses para estudiar con Alberto Portugheis, y finalmente me mudé a esta ciudad en 2018 para desarrollar mi carrera como pianista. Se suponía que mi mudanza iba a ser algo ordenado y sin muchos inconvenientes. Había sido convocada por un pianista argentino para trabajar en su academia de música. Pero unos días antes de viajar, la propuesta se canceló. Más allá de eso continué con mi plan de mudarme, pues ya había sacrificado muchas cosas para acomodarme a ese cambio de vida. Fue empezar de cero. Sin casa, sin trabajo, sin piano. Paulatinamente logré salir adelante y reconectarme con mi actividad.

En Europa mi fascinación por Astor Piazzolla fue muy bien recibida. Y después la pandemia me llevó a explorar lugares que había dejado olvidados, cuando todo lo referente a presentaciones en vivo se vio pausado indefinidamente. Fue un golpe bastante duro: mis giras y conciertos se cancelaron de un día para el otro. Esperaba con mucho entusiasmo mi primera gira por estados Unidos, Canadá y México, y fue muy triste ver cómo todo se desmoronaba en cuestión de días, sin un futuro, sin saber cuándo podría reprogramarse.

Hacía bastante que había empezado a usar cierto tiempo de la práctica diaria a jugar un poco con canciones populares y versionarlas en un estilo clásico, con escalas, arpegios, terceras, cruces de manos. Era un momento lúdico para descansar del estudio de los obras de concierto. Al tener tanto tiempo libre, empecé a llevar este a juego a otro nivel. Me interesé por canciones que tuvieran armonías, ritmos y formas más desafiantes. Y así llegué a Serú Girán, una banda con la que había conectado en mi adolescencia. Incluso descubrí temas que desconocía. Y muy lentamente, se empezaron a generar los arreglos que integran este álbum.

Uno diría que este disco no tiene nada que ver con la música clásica. Desde tu lugar de intérprete, ¿coincidís en esta idea o hay más puntos de contacto de los que pueden intuirse en un primer momento?

Considero que este disco está absolutamente relacionado con la música clásica. No puedo ni quiero ocultar mi esencia académica en ellos. De hecho, no me interesaría tocar estos temas populares si no pudiera darles mi interpretación y expresión, que se fueron construyendo en base a mis años de estudio. El piano es un instrumento con un registro tan amplio y con tantas posibilidades sonoras que permite que estas canciones, imaginadas para un grupo rico en instrumentos, sigan siendo igual de emocionantes y poderosas. No obstante, este salto al rock no implica que me haya alejado de la música clásica. Sigo practicando todos los días mi repertorio académico, que también disfruto tocar, y no veo la hora de hacerlo nuevamente en vivo.

Volviendo a tu pregunta, estos arreglos están llenos de recursos pianísticos que encontramos en obras de Beethoven, Chopin o Ravel. Por otra parte las canciones elegidas son de Charly García, quien tuvo una formación clásica. Si bien el álbum es una fusión de géneros, claramente no hubiera podido componer ninguno de estos arreglos si no contara con la técnica que me dio el estudio de la música clásica, o con los recursos melódicos, armónicos y rítmicos característicos de la misma. La ejecución con matices, pausas, rallentandi y accellerandi, rubati, martellati, octavas paralelas, efectos sonoros del impresionismo, etc. Todos elementos propios de este estilo, que hacen estos arreglos únicos.

¿Cuáles son tus influencias musicales más importantes?

Mis primeras y grandes influencias fueron The Beatles y Queen. Fueron las primeras canciones que aprendí a cantar, pronunciando lo que me salía, y a sacar de oído en el piano. Escuchaba tanto los cuatro discos de The Beatles que teníamos, que ya estaban rayados. Con mi hermano sabíamos qué parte de la canción se salteaban y cómo enganchar la letra con lo que venía.

Luego de un par de años de estudiar piano empecé a enamorarme de Chopin. Y por supuesto era inevitable que la figura de Martha Argerich llegara a mí. Ahí empecé a investigar y a escuchar muchas de sus grabaciones, las más antiguas, las nuevas, en vivo, en concursos. Comencé a asistir a conciertos en el Teatro Colon, siempre en Paraíso, quizás luego de alguna clase en el conservatorio. Y también empecé a conocer a más pianistas y a elegir a los que más me inspiraban, como Arcadi Volodos, Gabriela Montero, Nelson Goerner o Nelson Freire. Disfrutar de los diversos timbres y la presencia de una orquesta también me abrió un mundo completamente nuevo. Pero siempre sentí una fuerte influencia del Romanticismo. Principalmente Chopin y Liszt. Me sentía cómoda interpretándolos, me era muy fácil expresarme con su música. Luego empecé a sentir esa misma familiaridad con Debussy y Ravel. Y esos estilos son los que más han influido en mis gustos musicales.

Tu actividad musical en cuarentena fue particularmente intensa. ¿Cuántos álbumes armaste durante este tiempo y cómo elegiste el repertorio?

Sí, la cuarentena me sacó muchas posibilidades pero me brindó otras. Tenía muchísimo tiempo para estudiar y para jugar con el piano, crear, improvisar. Primero estrené Astor, un álbum que ya tenía grabado del año anterior. Un homenaje a Piazzolla, con algunos pequeños arreglos míos y otras obras transcriptas para piano. Durante mi primer año en Londres había presentado este homenaje en varios recitales y valía la pena grabarlo. Descubrí a Piazzolla en mi adolescencia y me siento muy identificada con su manera de componer y de sentir la música. Por eso luego empecé también a jugar con sus obras y a escribir mis propios arreglos, para uno y dos pianos.

Por otro lado retomé dos viejas composiciones que habían surgido como trabajos prácticos en mis épocas de conservatorio, y que recordaba escritas en algún cuaderno pentagramado. Decidí grabarlas y lanzar My homages, un EP con mis homenajes a Debussy y a Guastavino. A la par se fue gestando Piano in Quarantine, un compilado de música clásica, tango y música popular. Ahí también está mi arreglo del Himno Nacional Argentino, que había preparado para una convocatoria de la Embajada en Reino Unido para ofrecer un recital virtual en la Semana de Mayo de 2020. La idea era transmitirlo en directo para que los argentinos residentes aquí pudieran cantarlo desde sus casas. Me parecía un poco básico tocar la partitura reducida a la que todos podemos acceder, así que le puse mi impronta y se generó este arreglo, en el que intenté plasmar la emoción y majestuosidad merecidas, mezclado con algunos adornos y ornamentos clásicos. Este disco también tiene un tema de Serú Girán, Viernes 3 AM, que es como una meditación sobre las armonías, muy sutil, muy calma. A la par de estos trabajos fui componiendo mis restantes arreglos sobre el grupo.

Luego vino Londoner, un disco completamente clásico, con una Sonata de Haydn, Scherzi de Chopin, Preludios de Rachmaninov y los Juegos de agua de Ravel. Casi como una reivindicación de la pianista clásica. Necesitaba conectar con esa esencia y marcar que el hecho de tocar tango y empezar a acercarme a lo popular no significaba un alejamiento de la música académica, la cual no tengo intención de dejar nunca. A fines de 2020 lancé el single que precedería al álbum tributo a Serú Girán adelantando dos canciones: A los jóvenes de ayer y Cinema Verité. Unos meses más tarde estrené el álbum completo.

Pero fijate que después reconecté con la música clásica a través de mi disco Simply Classical, grabado durante 2020, con obras de Satie, Debussy, Chopin y Liszt. Muchas de estas grabaciones surgieron a partir de una serie de breves conciertos virtuales emitidos por YouTube, a los que bauticé Martes musicales. Cada martes estrenaba un video interpretando una obra de música académica.

¿Qué cabe esperar a futuro de Julieta Iglesias, la pianista?

Siento que mis expectativas fueron cambiando bastante en los últimos tiempos. Si bien antes soñaba simplemente con tener mi cronograma regular de conciertos, ahora quiero ir más allá. Quiero conectar con la gente y brindarles algo distinto y novedoso, que me haga única. Este disco con temas de Serú Girán me acercó a un público más amplio. Si bien siempre he recibido mensajes positivos y de agradecimiento, en particular en las redes sociales, con este álbum crucé una línea y me abrió las puertas al mundo de la composición, que también estoy explorando bastante. He notado que lo que más llega al público que me sigue son mis arreglos, ya sea sobre las obras de Piazzolla o ahora las canciones de Serú Girán, pero claramente veo un camino que me atrae mucho y al cual quiero dedicarle mi energía. Por supuesto, continuaré además con el repertorio clásico, hoy por hoy enfocado en Chopin, con mucha ilusión de presentarlo en vivo y de volver a sentir el calor de los aplausos del público, que son extremadamente reconfortantes.

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