«Hacer filosofía es pelearse con el sentido común», asegura Darío Sztajnszrajber, quien ha presentado Filosofía a martillazos. Y sin dudas es así, porque la filosofía nos obliga a deconstruir ideas que a fuerza de costumbre han sido naturalizadas. Y además -puede que sea lo más extraño del ejercicio de filosofar- porque hablar de filosofía implica aceptar que las preguntas que se planteen no han de llegar a obtener ninguna respuesta definitiva. En el mejor de los casos, es probable que se llegue a muchas respuestas posibles, algunas de las cuales tal vez contradigan otras. Pero el objetivo no es llegar a un puerto seguro, que quizá ni exista, sino aprender a navegar.
Filosofía a martillazos -la indicación de ser este el Tomo I supone un plan editorial más amplio- toma como base una serie de clases públicas dictadas por el autor, debidamente ampliadas y corregidas. Los capítulos abordan temas como el amor, el post-amor (el amor en los tiempos de la post-monogamia), Dios, la verdad (¿existirá en verdad algo que pueda ser categorizado de tal manera?), la post-verdad y la democracia. Un caleidoscopio intelectual amplio e interesante, que de algún modo marca una agenda en las problemáticas que seducen el pensamiento de nuestro tiempo.
El caso de Darío Sztajnszrajber es notable. Tanto como puede serlo el de cualquier persona que logre acomodar una disciplina aparentemente ardua como la filosofía en un marco próximo al de la cultura popular. Aunque en realidad no debería haber incompatibilidades: los problemas que plantea la filosofía son competencia de todos, en tanto las problemáticas abordadas son propias del ser humano. Si estos planteos se alejan del común de la gente, tal vez sea debido a que los especialistas a menudo encaran enfoques poco amables, que reclaman competencias especiales, o recurren a terminologías que posiblemente el lector promedio no maneje, pero que acaso tampoco sean indispensables.
Esta disyuntiva no es nueva. Cuando René Descartes publicó sus Meditaciones metafísicas en 1641 lo hizo en latín, como era uso y costumbre en aquel tiempo; pero apenas seis años más tarde se encargó de hacer una segunda edición en francés, en lo que fue una verdadera manifestación política: no es necesario formar parte de una élite intelectual para abordar discusiones relativas a la naturaleza humana. Sin embargo, ya en pleno siglo XXI, Sztajnszrajber hace algo parecido y continúa encontrando resistencias por parte de una élite intelectual que no parece dispuesta a renunciar a su etiqueta de exclusividad.
Filosofía a martillazos no es un libro de filosofía difícil de leer. Muy por el contrario, es un trabajo serio que permite abordar temas complejos sin exigir que el lector sea un especialista, y esto probablemente lo condene a ser rechazado por quienes se deleitan en un hermético onanismo intelectual buscando que se note lo inteligentes y leídos que son. Tampoco se trata de un libro superficial, como mal podría creer el lector desprevenido, pero atento al hecho de que el autor aparece con frecuencia en televisión o se presenta en teatros como si fuese una estrella de rock. Lejos de serlo, con toques de humor y un tono coloquial, la obra encara complejidades vinculadas con la vida cotidiana y aporta contenidos de interés también al lector iniciado que se atreva a acercarse sin prejuicios.
Una nota final al margen, ya que de complejidades hablamos: mucho se ha dicho acerca de lo complicado del apellido del autor de este libro, con tantas consonantes y pocas vocales. Lea el lector lo que sigue, tal como suena: shtain-shraiber. No resulta tan difícil después de todo, cuando uno sabe cómo hacerlo. Acaso esto también pueda aplicarse a muchos de los problemas que atañen a un abordaje de la filosofía. Germán A. Serain
Filosofía a martillazos (Tomo 1)
Darío Sztajnszrajber
Ediciones Paidós
296 páginas
Darío Sztajnszrajber es licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y ha llevado la disciplina a la televisión (Mentira la verdad, Canal Encuentro) y la radio (Demasiado humano, Futurock), así como también a los escenarios con los espectáculos Desencajados y Salir de la caverna. Ha sido docente en todos los niveles, desde la enseñanza primaria hasta el posgrado, con veinte años de labor en escuelas secundarias. Nacido en Buenos Aires en 1968, da clases en el CBC de la UBA, en la Universidad de Hurlingham y en FLACSO. Es autor de Filosofía en 11 frases. Recibió el Diploma al Mérito del Premio Konex en Periodismo y Comunicación del año 2017, en la categoría Divulgación.
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