Espectros – Autor: Henrik Ibsen – Elenco: Horacio Acosta, Marcelo Bucossi, Iride Mockert, Ingrid Pelicori y Walter Quiroz – Cantante: Joaquín Soffredini – Vestuario y Escenografía: Nicolás Nanni – Iluminación: Pedro Zambrelli – Dirección: Mariano Dossena
Generalmente, a los cronistas de espectáculos suelen darnos una buena ubicación en la sala, de modo que podamos disfrutar en todo sentido de lo que se ofrece. Sin embargo, es interesante saber qué le ocurre a un espectador que le ha tocado última fila y última butaca lateral, tal como lo viví en la sala del primer piso del Centro Cultural de la Cooperación, la noche de reestreno de esta pieza. Allí, la temperatura asciende a 30 grados centígrados. En consecuencia, los asistentes se abanican con el programa de mano, generando ruido de papel. Además, como no encuentran posición confortable, comienzan a moverse en las butacas de madera, que crujen sin cesar. Como si esto fuera poco, misteriosos ruidos mecánicos provienen del otro lado de la pared lindante con la última fila. Se suma el reflejo de la luz de la consola de sonido. Si se padece de claustrofobia, será el lugar menos indicado para quedarse, pues no sólo no hay ventilación de ningún tipo, sino que la única puerta está cubierta por una tela negra que genera más sofoco.
De no haber tenido el interés y la fuerza con la que impacta Espectros, el texto de Henrik Ibsen, más de uno habría abandonado la sala raudamente. Pero, a pesar de todo, la magia se produce y la voz del contratenor Joaquín Soffredini es un buen preludio para entrar en la casa de la Sra. Alving -interpretada tibiamente por Ingrid Pelicori– con sus escondidas historias, hipócritas convenciones, intrigas y secretos. Allí tercian y reaparecen los espectros del título, remedando épocas pretéritas y encendiendo pasiones contrastantes con el nórdico frío donde se desarrolla la trama. Marcelo Bucossi corporiza al interesado pastor Manders y Horacio Acosta encarna divertidamente a Jacobo Engstrand, generando bienvenidos momentos de natural frescura. Los más jóvenes, Walter Quiroz –como el hijo de la Sra. Alving- e Iride Mockert –la doncella Regina-, aun con momentos de sobreactuación, se hacen cargo de sus personajes apasionada y encantadoramente.
La puesta y dirección de Mariano Dossena ha sido muy acertada y el clima de agobio está logrado, mientras suena el llanto de la cruel suerte que clama por libertad, de la famosa aria de “Rinaldo” de Haendel, como exquisita paráfrasis de lo que sucede en esta casa. Hay riqueza en los detalles escenográficos –aunque oscile a cada paso el cuadro redondo- y de vestuario, amparados por una sutil iluminación que marca precisamente la intensidad de cada cuadro. Martin Wullich
Se dio hasta mediados de 2012
Centro Cultural de la Cooperación
Av. Corrientes 1543 – Cap.
(011) 5077-8077
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