El desafío era importante y tenía sus riesgos, pero también tenía su atractivo: Escalandrum, el grupo de jazz, liderado desde la batería por Daniel “Pipi” Piazzolla, sería el responsable de cubrir la tercera noche del Segundo Festival de Música Clásica organizado por Fundación Konex, en ocasión del 260º aniversario del nacimiento de Wolfgang Amadeus Mozart. Fundado en 1999, con el talentoso Nicolás Guerschberg a cargo del piano y los arreglos musicales, el grupo se ha caracterizado por su calidad y su eclecticismo, además de ser el único ensamble profesional estable de jazz argentino con un tiempo de carrera tan prolongado. Completan la formación Mariano Sivori en el contrabajo, Damián Fogiel en saxo tenor, Gustavo Musso en saxo alto y soprano y Martín Pantyer en clarinete bajo.
Todo comenzó con los movimientos iniciales del Concierto para piano Nº 23, en una versión arrolladora, que dejó vislumbrar lo que vendría. Hace mucho que quien esto escribe no disfrutaba tanto de un concierto de jazz. Por la música en sí misma, pero también por la creatividad, la libertad musical y la frescura que se pusieron de manifiesto sobre el escenario. Muchas veces, cuando un artista popular aborda un repertorio académico, se deja ensombrecer por una seriedad innecesaria. Pero Escalandrum tuvo la sabiduría de permitirse jugar con la música de Mozart, dándole una nueva dimensión. Porque si la música del compositor austríaco todavía tiene vigencia en nuestra cultura, no es solamente por sí misma, sino también por la posibilidad de generar nuevas cosas a partir de ella.
En el programa siguieron el Rondo alla turca de la Sonata para piano Nº 11, una impensada versión del Lacrimosa del Requiem, y el Allegro inicial de la Sinfonía Nº 40, que dejó de manifiesto todo lo que estaba mal planteado en la famosa versión de Waldo de los Ríos. Aquí el arreglo buscó, sobre la base de la música de Mozart, crear algo distinto, permitiendo reconocer la presencia de la música original, pero sin bastardearla con el recurso obvio de limitarse a subrayar el ritmo con la percusión. El final quedó reservado para otra que supieran todos: la famosa Pequeña música nocturna.
La música sonó muy bien y siempre con la naturalidad propia de un buen grupo de jazz, integrado por instrumentistas dotados de mucha musicalidad, notable técnica y arreglos muy bien realizados. Pero todavía quedaban dos bises, que se alejarían de Mozart. El primero nos recordó otro aniversario: el centenario del nacimiento del compositor argentino Alberto Ginastera, de quien sonó una versión increíble del Malambo de la suite Estancia. Después, por supuesto, no podía quedar ausente Astor Piazzolla -alumno de Ginastera- y todo terminó con su bellísima Milonga en Re. Los tres homenajeados, Mozart, Ginastera y Piazzolla, hubiesen estado encantados de asistir a este concierto. Germán A. Serain
Fue el 12 de abril de 2016
2do. Festival Konex
Ciudad Cultural Konex
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