El super clásico de los ballets ha vuelto tan renovado como fiel a si mismo, después de dos años, al Teatro Colón. El gusto del público por la historia principesca y feliz perturbada por el maleficio de un perverso mago atrae al punto de llenar la inmensa sala. Y la función fue especial, pues se homenajeó al Ballet Estable del Teatro Colón, a 90 años de su creación (1925).
El interesante diseño de escenografía y vestuario creado por Philip Prowse luce iluminado con soberbios climas por Peter Teigen. Uno de los repositores coreográficos ha sido Maximiliano Guerra, el flamante Director del Ballet Estable. La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires impactó con la precisa dirección de Emmanuel Siffert que aportó con notable magnificencia y dramatismo la música creada por Piotr I. Tchaicovsky.
La fuerza de cada personaje se hace evidente en la recreación de los bailarines principales. Nadia Muzyca compuso, en los roles de Odette y Odile, cisnes que impactaron por su trabajo técnico, sumado a una expresión histriónica y danzada con deleitables detalles como su movimiento de brazos en perfecto balance.
Otro tanto podemos decir de Jiva Velázquez, cuya sustanciación en Benno –el amigo del príncipe- fue impecable. El bailarín transmitió estupendamente gestos y expresiones junto a su perfecto trabajo profesional. Federico Fernández corporizó a Sigfrido, el sufriente príncipe del relato, con buena presencia aunque falto de romanticismo. Laura Beccaceci hizo un correcto trabajo como la Reina Madre y Matías Santos se destacó en el difícil papel del malvado von Rothbart.
Mención aparte para los pequeños guardias, pajes y nodrizas -alumnos del Instituto Superior de Arte (ISA) del Colón- tan seriamente sustanciados en sus roles y, quizá, en su primera intervención en tan imponente escenario, junto a étoiles de vasta experiencia. Una vez más se ha disfrutado enormemente la ocurrencia del compositor ruso. Martin Wullich
Fue el 27 de mayo de 2015
Teatro Colón
Libertad 651 – Cap.
(011) 4378-7109
