El eternauta (2025, Argentina) – Género: serie de TV, ciencia ficción, aventura, intriga – Protagonistas: Ricardo Darín, Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel – Música: Federico Jusid – Fotografía: Gaston Girod – Guion: Martín Oesterheld, basado en la novela de Héctor Germán Oesterheld – Dirección: Bruno Stagnaro
El Eternauta es una serie cuya adaptación representa un hito sin precedentes para la industria audiovisual argentina. Netflix y K&S Films lograron lo que muchos consideraron imposible durante décadas: trasladar la monumental historia de ciencia ficción de Héctor Germán Oesterheld a la pantalla. El resultado final es todo un acierto que honra el espíritu original de la obra y eleva los estándares de producción nacionales a niveles internacionales.
Los seis episodios de esta primera temporada construyen una narrativa cautivadora desde el primer minuto. La nevada mortal que azota Buenos Aires en pleno verano marca el inicio de una invasión alienígena que transformará la vida de su protagonista, Juan Salvo, y todos los sobrevivientes. La serie atrapa con su buen ritmo, que evoluciona del desconcierto inicial a la revelación gradual de una amenaza cósmica, mientras explora la resistencia humana ante el fin de la civilización.
Pero El Eternauta no es solo un cómic de ciencia ficción. La obra original con textos de Oesterheld y los gráficos de Francisco Solano López, publicada entre 1957 y 1959, se convirtió en un pilar cultural argentino que trascendió fronteras. Su mensaje sobre la resistencia colectiva frente a la opresión adquirió dimensiones proféticas tras la desaparición del propio Oesterheld durante la última dictadura militar.
El director Bruno Stagnaro y su equipo comprendieron la responsabilidad de adaptar un texto tan emblemático. El traslado de la historia a la actualidad, lejos de traicionar el espíritu original, honra la intención de su autor, quien situó su relato en su propio presente. La serie preserva el núcleo fundamental ante una crisis de proporciones apocalípticas, la salvación no depende de héroes individuales sino de la unión de voluntades diversas que conforman un «héroe colectivo». Con gran capacidad, la dirección capturó la cotidianidad de Buenos Aires; cada episodio supera al anterior en su escala de producción, con secuencias de acción a la altura de cualquier producción internacional.
La serie cuenta con un surtido elenco. En general logran personajes naturales con actuaciones sólidas, que refuerzan la autenticidad del relato. Encabezado por Ricardo Darín, quien encarna a un Juan Salvo convincente, transmite la determinación y vulnerabilidad del personaje. Su interpretación evita el heroísmo grandilocuente para mostrar a un hombre común, atormentado por haber participado en la Guerra de Malvinas, y que se vuelve a enfrentar con circunstancias extraordinarias.
El aspecto técnico de la serie marca un antes y un después para la producción audiovisual argentina. El uso de tecnología de vanguardia como el volume, una pantalla envolvente, permitió crear efectos visuales de primer nivel. Pero lo más impresionante no son solo los efectos digitales, sino la integración perfecta de todos los departamentos, desde el diseño de producción que recrea una Buenos Aires apocalíptica con decenas de vehículos destruidos y cientos de extras, hasta el vestuario y maquillaje que contribuyen a la atmósfera de desolación.
Las criaturas alienígenas, presentadas con inteligencia narrativa, resultan verosímiles y aterradoras. Las secuencias de acción, coreografiadas con precisión, no sacrifican la coherencia por el espectáculo. La fotografía captura tanto la intimidad de los refugios improvisados como la devastación urbana con igual maestría.
Tras contemplar los seis episodios iniciales, resulta evidente que esta producción cuenta con todo lo necesario para convertirse en un símbolo triunfante del potencial de la industria audiovisual argentina cuando se combinan talento, visión y recursos adecuados.
El eternauta demuestra que el éxito no depende exclusivamente del presupuesto, sino de la pasión y capacidad técnica de profesionales formados en una industria que, pese a sus limitaciones, siempre apostó por la calidad. Cada departamento técnico y artístico exhibe un nivel de excelencia que evidencia años de experiencia y trabajo.
Con un final que genera expectativa por su segunda temporada ya confirmada, El Eternauta se establece como un referente ineludible de la televisión latinoamericana contemporánea. Oesterheld estaría orgulloso de ver cómo su mensaje de resistencia colectiva encuentra nuevas formas de llegar a las audiencias del siglo XXI. Cristian A. Domínguez
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