DON PASQUALE, minimalista y remozado

Jaquelina Livieri brilla en la ópera de Gaetano Donizetti

La función de estreno de Don Pasquale fue dedicada en homenaje a la cantante Adelaida Negri, quien murió en agosto pasado. Hecho el anuncio y luego de la obertura, abrió el telón dejando ver una escenografía minimalista –por no decir esquelética- cuya posición terminaron de ajustar una decena de asistentes o figurantes in situ, como parte del cuadro inicial. Atractivo y novedoso, más de exposición que de teatro, el esquema diseñado por Enrique Bordolini mostró en todo momento lo que ocurría en los diferentes sectores de la mansión de Don Pasquale.

Considerada como la última de las mas conocidas óperas buffas italianas, el prolífico Gaetano Donizetti compuso no solo la música sino que participó en el libreto junto a Giovanni Ruffini, basados en el relato de la ópera Ser Marco Antonio, de Pavesi. El tema del anciano atraído por una mujer mucho más joven que él es ya un clásico que permanece hasta nuestros días y difícilmente cambie.

Desde el comienzo, con su insomnio a cuestas, el bajo-barítono Nicola Ulivieri comenzó en su personificación del personaje principal con cierta tibieza para meterse vocal y actoralmente en su piel. Independientemente, su physique du rol no es creíble. Aparece un hombre regio, que no aparenta más de 50, en lugar de un viejo como el que marca el relato. Y de cómico, nada. El barítono Darío Solari interpretó al Dr. Malatesta con muy buena voz y marcó las características precisas y pícaras del falso médico en grata composición.

En el papel de Norina, la soprano Jaquelina Livieri brilló de principio a fin, comprometida en su personaje impetuoso, aunque a la vez afable y no exento de ternura. Su voz sonó cautivante y potente, imponiéndose sobre las demás. El final del primer acto fue notablemente expresivo y marcó estupendamente su carácter voluble, sobre todo cuando canta “si monto en cólera…”; y ya en el segundo su visible histrionismo se multiplicó. Mario de Salvo compuso muy bien y con gracia al notario que va perdiendo las páginas de sus escrituras.

El tenor Santiago Ballerini fue el “povero Ernesto”, con prestancia en el personaje y gran volumen en su particular timbre, expresivo cuando canta que podría perder a Norina. Algunos deslices del comienzo fueron mejorando notablemente. El diálogo con todos los personajes más los criados y camareras fue excelso, y mucho tuvo que ver el Coro Estable del Teatro Colón con la precisa dirección de Miguel Martínez, particularmente cuando se relata con cierta ironía  la situación de la buena casa.

Musicalmente también fue un logro. El director serbio Srba Dinić, al frente de la Orquesta Estable, mantuvo el clima propicio entre lo bufo y lo nostálgico, amén de mantener un volumen ajustado que nunca tapó a los cantantes, ni siquiera a los más débiles. En la escena, la dirección de Fabio Sparvoli podría haber añadido más gracia a los movimientos que por momentos se mantuvieron como en versión camarística, a excepción de alguna atrayente coreografía. Martin Wullich

Fue el martes 24 de septiembre a las 20
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
(011) 4378-7100
teatrocolon.org.ar

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