DESTERRADOS, de James Joyce

Amistad, posesión, culpa, admiración y libertad se fusionan en la trama del autor irlandés

Durante esta cuarentena llegó a mis manos Desterrados (Exiles), un libro que pasa generalmente inadvertido entre las obras de James Joyce. Fue su única incursión en el mundo del teatro. Es un libro extraño, desconocido e improbable, más aún cuando la edición es de Sur, publicado en 1937 por Victoria Ocampo.
 
Investigué que el genial autor irlandés escribió Desterrados al poco tiempo de terminar Retrato del artista adolescente y cuando empezaba a construir los cimientos del Ulises. Así que me imagino al irlandés entre dos fuerzas muy poderosas: por un lado, el hechizo de Ibsen; por otro, el remolino creativo que estaba tomando forma en su mente para crear Ulises.
 
Me hubiese encantado estar en su cabeza para saber si utilizó este breve enamoramiento con el teatro para ajustar su vida doméstica, o poner orden en sus ideas, ya que Desterrados tiene un importante componente autobiográfico.
 
La obra se basa en un triángulo amoroso: el escritor Richard Rowan -acaba de volver a su Irlanda natal después de varios años-, su pareja Bertha (que no es su esposa, un gran tema en la católica Irlanda de hace un siglo) y Robert Hand, gran amigo y compañero de juventud del escritor, a la vez enamorado de ella. Percibimos una situación similar a la del propio autor, sobre cuya relación con su compañera Nora se extendieron rumores de infidelidad con un supuesto amigo común.
 
Este libro exquisito nos muestra que los papeles de engañador y engañado van trasladándose de un personaje a otro, en un nivel intelectual, que constituye el auténtico eje de la obra: la tesis consiste en que no son la fidelidad o la confianza los pilares sobre los que se sostiene la pareja, sino justamente la duda, el mantenimiento de cierto grado de incertidumbre. 
 
En cada página amarilla que leo voy recorriendo sentimientos y conceptos que flotan alrededor de la relación de la pareja y la condicionan: la amistad, la posesión, la culpa, la admiración y la libertad. Y también la inacción, porque en Richard se dibuja un raro tipo de héroe cuyo valor reside precisamente en no hacer nada, para desconcierto de los lectores.
 
En definitiva, Joyce parte de sus temas personales y bucea en diferentes perspectivas de la relación amorosa, tal vez buscando respuestas para sí mismo. Es un libro atípico, elaborado con inteligencia, tan interesante como cualquier obra de Joyce. Y como todos los libros y revistas que se editaron en Sur, bajo la supervisión de Victoria Ocampo. Mariano Augugliaro
 
Desterrados
(Exiles
James Joyce 
Ediciones Sur 
Buenos Aires – 1937 
 

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