DESDE LA BUTACA III, bellas fugacidades

Una muestra fotográfica planteada desde el punto de vista del público

Novena Sinfonía, puesta de Mauricio Wainrot en la muestra Desde la butaca III, de Martin Wullich

 

“¡Detente instante, eres tan bello!” El imposible deseo que Goethe pone en boca de su Fausto, de alguna manera se concreta, aunque sea de una manera ilusoria, en el arte de la fotografía. En la primera mitad del siglo XX, Walter Benjamin cuestionaba, en un famoso ensayo titulado La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, que la fotografía pudiese ser considerada realmente un arte. El crítico alemán aludía al hecho de que la máquina fotográfica era incapaz de producir lo que en las artes plásticas se describe como aura; esto es, la irrepetible presencia de la obra en un aquí y ahora determinados.

Es posible copiar una pintura, pero la copia y el original serán siempre dos obras diferentes. En cambio, la reproducción técnica de una imagen impide distinguir entre un original y una copia. Una fotografía, a diferencia de un cuadro o una escultura, puede estar en diferentes lugares a un mismo tiempo. Sin embargo, a poco de analizar la cuestión con un algo más de detenimiento, uno puede arribar a otras conclusiones. Por ejemplo, que tal vez el aura, el aquí y ahora de la fotografía, no debe buscarse en la pieza de papel en sí misma, sino en el momento efímero que esa imagen ha detenido de una vez y para siempre.

He allí donde está el verdadero arte de la fotografía. En la mirada del fotógrafo. En su intuición para oprimir el disparador de su máquina en el instante preciso, capturando además un determinado encuadre, un efecto de luz, una composición de formas y colores, un gesto mínimo, que de inmediato se perderá para siempre. Solamente la magia del fotógrafo es capaz de preservar ese instante detenido en el tiempo, que nunca más volverá a repetirse, como el proverbial río en el cual ningún hombre podrá bañarse dos veces, puesto que al correr sus aguas el río jamás es el mismo. Tampoco el hombre que se sumerge en él, por supuesto. El tiempo, que lo cambia todo, nunca se detiene. Excepto en una foto.

Las fotografías de Martin Wullich que forman parte de la muestra Desde la butaca III presentan un par de particularidades. Todas ellas, registro de diferentes obras teatrales, óperas, ballets o performances escénicas, están tomadas desde el punto de vista del público, tal como lo indica el título de la exhibición, y no desde el escenario ni desde ninguna otra ubicación privilegiada. Al mismo tiempo, son todas fotografías realizadas por toma directa, vale decir sin ningún retoque posterior. Todas las tomas tienen además el interés de la actualidad, pues fueron realizadas entre 2014 y 2015. La curaduría de la muestra estuvo a cargo de la reconocida Virginia Fabri.

En el trabajo de rescate del momento fugaz, la gran responsabilidad del fotógrafo es producir momentos eternos que sean dignos de ser vistos una vez y otra. Parafraseando a Fausto, la magia y el arte presentes en esta muestra residen en el hecho de que el autor de estas tomas ha sabido capturar esos instantes precisos, que realmente vale la pena detener para siempre. Germán A. Serain

Desde la butaca III
se exhibió hasta fin de septiembre 2016

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