COLGANDO LAS LLAVES DEL DOLOR, de Norma Tallone

Se presentó el libro de Norma Tallone

En el Museo Nacional de Arte Decorativo se presentó el libro Colgando las llaves del dolor, la historia autorreferencial de Norma Tallone, con una concurrencia de más de doscientos cincuenta invitados.

Norma Tallone, nacida en Rosario, formó una familia a la que le dedicó toda su vida. El destino hizo que ese núcleo fundamental se desmembrara trágicamente. Estuvo sumida en las más profundas confusiones. En su libro expone los pilares que le ayudaron a emerger de esas horas oscuras.

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COLGANDO LAS LLAVES DEL DOLOR, de Norma Tallone

“En el momento exacto en que se sella un final desaparecen los fundamentos teóricos sobre la naturalidad de la muerte y avasalla los sentimientos una fuerza de desamparo que cubre la tierra, y los argumentos se hacen polvo junto a caminos cerrados. Es entonces, cuando pocos, muy pocos fundan allí un nuevo comienzo, con ese misterio irrefrenable que es el amor a la vida”. (Fragmento del prólogo escrito por Patricia Bottale).

Del Facebook Colgando las llaves del dolor:
Sucede que a veces… vivo mis días, como queriendo escalar una pendiente, con mucho esfuerzo, y cada vez me cuesta más lograrlo. Quizás mi mente y mi cuerpo necesitan un descanso. Así es mi vida. Cuando llevo a mis espaldas tanto dolor, y momentos de mucha alegría, es cuando más cuidado tengo de no caer. Años atrás, creo que pude llegar casi a una especie de cima- digo así, porque no conozco qué es lo máximo- imposible de comparar.Después de vivir días de extrema tristeza, de a poco y con mucho trabajo de mi mente, mi corazón, mi alma, supe vivir con muchísima felicidad. Pude sentir cómo mi interior se iluminaba y marcaba hermosos caminos a seguir. Me sentía espléndida, habiendo podido reacomodar mis pérdidas, hallar el equilibrio necesario.
Pero, siempre presentí que alguna vez, esa luz podría opacarse sin mi consentimiento. La vida, es así. He trabajado mucho para que no me ocurra, para que no llegara este momento, pero a veces siento que me bajan las defensas, que mi mente se aturde un poquito, que va pasando el tiempo, y mi cuerpo grita… Un cúmulo de pensamientos, ideas, miedos, recuerdos, confusiones, añoranzas…, suele ocurrirme, después de un tiempo de mucha euforia, de alguna reunión familiar íntima, el nacimiento de algún nieto…, mis festejos de cumpleaños. Es tanta la expresión de alegría que siento en esos momentos, que en los días posteriores me doy cuenta que camino a paso lento. Es decir logro ver mi realidad. Tal vez, es el momento ideal, para sentir a mi lado, a Diego, Hugo, y demás pérdidas tan queridas. Siempre los hice participar de mis estados de ánimo, y momentos vividos. Son parte de mí.Y es allí, cuando no doy más; pienso, reflexiono, pierdo mis fuerzas- tan valiosas y necesarias- reviso mis días, mi tiempo actual. Me suelo preguntar… algo debe andar mal, esto así no es. No me hace bien.
Muchas veces he pasado por estas inseguridades, y siempre me propuse salir, porque me siento segura que puedo hacerlo. Lo mejor es no pensar tanto, sino vivir el momento, con lo que tengo aquí y ahora. Perder el miedo, que siempre se quiere adherir a mi persona, pero no creo que lo logre. Esa es mi misión. Elaborar lo que tengo, lo que hago, para poder reír mucho, caminar con actitud positiva. Y… agradecer al Señor que de alguna manera, me guía cómo debo hacerlo. Todo lo deja en mis manos, porque sabe que puedo lograrlo, porque me comprometo a eso.
Tengo la fortuna, de poder hacer un pequeño repaso de mis momentos negativos y positivos. Y… así poder resolverlo yo misma. Me siento acompañada con mi otro yo, y eso me da seguridad. Aunque reconozco que tengo muchísimos bastones con cuales sostenerme. Es mi forma.
Creo también, que debo cambiar la manera de crecer, avanzar, medir. Ya ha pasado bastante tiempo de mis pérdidas, por lo tanto debo encontrar otro camino sin tantos obstáculos.¿Por dónde empiezo? Siempre desde adentro hacia afuera. Mi casa, se va llenando de flores y plantas nuevas. Que brille todo, mantel nuevo, velas decorativas, alguna copa de cristal, amigas, luces, y toda la música. Caminatas, yoga, y nuevamente asisto a las reuniones de beneficencia.
Qué bueno es reconocer que me hace muy bien. Allí me encuentro con amigas de todos los ámbitos.Pronto tengo un viajecito de los míos, sola, como es mi costumbre, hasta que mi mente y mi cuerpo me lo permitan. Los llamo retiros espirituales, aunque nadie me lo entienda. Allí no pienso absolutamente nada. Sólo caminar, pisar la arena, con el sol que me acaricia, con mis auriculares y la música que me gusta. Necesito dejar mi mente en blanco y poder volar con mi imaginación, dejando pegados mis pies, bien fuerte en el lugar, porque siempre necesito volver. Es maravilloso.Al regreso de estos viajes vengo renovada y con mucha fuerza.
Gracias. Tal vez pueda ayudar a alguna mamá que se encuentre en mis condiciones. Norma Tallone 21-09-2017

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