Tres cubos blancos a la izquierda, tres cubos blancos a la derecha, un busto en un lateral sobre el piso, un trozo de mármol sobre un pedestal y un baúl en el medio con la firma de Auguste Rodin y la leyenda Villa des Brillants Meudon -una de las dos sedes del Museo Rodin en la que se halla la tumba del artista y su célebre escultura El Pensador– son el decorado de esta puesta en escena sobria en la que se narra la vida de la protagonista. La obra trata sobre la vida de la famosa escultora, recorrida a través de las personas más importantes de su vida : Rodin, su maestro y su amante, y Paul Claudel, el poeta y escritor francés, hermano de Camille.
Mónica Fuino -Camille Claudel- aparece en escena como aquellas estatuas vivientes que se ven en Las Ramblas de Barcelona. Si bien su tono resulta un tanto monocorde al principio de la obra, la escena en la que se despide de su hermano Paul –cuando él decide partir a China- marca una ruptura salvadora en su actuación. La actriz impacta, más adelante, en un excelente trabajo corporal para señalar el paso a su internación en un hospital psiquiátrico donde estará encerrada durante treinta años. Sabemos lo difícil que es interpretar la locura. Fuino lo logra con creces.
Camille tuvo como maestro en París a Aguste Rodin, lo ama, lo odia, trabaja muchos años al servicio del artista y a expensas de su propia creación. Julio Chiorazo corresponde perfectamente en el physique du rôle con la imagen que tenemos del célebre escultor francés, lástima que sus réplicas se acerquen más a la declamación que a la verdadera actuación. Rolo Sosiuk –Paul Claudel- compone un personaje con matices y es, tal vez, el más creíble de los cuatro. Es destacable el hermoso contrapunto actoral cuando lee las cartas de su hermana internada en el psiquiátrico y añade gran ternura hacia el final de la obra.
Carlos Rapolla es el dramaturgo y director, con eso tenía bastante, ya que la historia es intrínsecamente complicada y el texto rico en la expresión. Su personaje, el sacerdote, de suma importancia en el desenlace de la obra, no convence en la actuación. En esta pieza aparece a las claras la falta de espacio que Camille Claudel siempre reclamó y que le hubiese correspondido porque fue una gran escultora. La pasión inmensa por su arte y por su maestro es el eje central de la obra de Rapolla, un amor no correspondido que la llevó a un final trágico de soledad y de desequilibrio mental. Marcos Alonso
Se dio hasta mediados 2013
Teatro Liberarte
Av. Corrientes 1555 – Cap.
(011) 4375-2341
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