BASTA

Reflexiones sobre presupuestos, embarcaciones y ciertos ventarrones

¡Basta de pedirle todo al Papa! Basta de creer que tenemos a un Maradona en la Santa Sede y a un Bergoglio que se llama Diego Armando. ¡Basta de ridiculeces!

La naturaleza, bastante benévola, nos pega cada “piña”, como si estuviesemos permanentemente bajo la tormenta del knock out, expuestos a las olas de la adversidad, a los huracanes del trópico y a los tifones de la voluntad. No, no es así, puesto que los fabricamos nosotros y, cuando hace tres años festejábamos el bicentenario y fuimos los anfitriones de una de las regatas más importantes del mundo, no la pudimos terminar por “falta de presupuesto”. Los buques de más de 30 velas se lucieron por América del Sur mientras la querida, espléndida y única Fragata Libertad, emblema de nuestra Armada Argentina, ganadora de todas las travesías mundiales en su categoría, no llegó a México.

¿Quizás era más importante la abultada cifra de 600 millones de dólares para que se pudiese ver rodar la “pelotita” del Fútbol para Todos? Por allí decían que también habría Turismo Carretera gratis, aunque no hiciera falta tanta erogación para contar -pues los tuvimos y sin plata- con los Gálvez, Siani, Mouras, Fangio, Traverso, Di Palma o Maneco Bordeu, que hace un tiempo andan navegando por otros circuitos.

No es fácil para un argentino, que adora su inmenso litoral marítimo, olvidarse de Brown, Bouchard, Piedrabuena, Sobral y -mucho menos- del querido alférez Irízar, cuyo buque “estamos reparando” hace más de una media docena de años. Pero leer en el diario que se vuelve a suspender el viaje de la embajadora Fragata Libertad, “mete dolor”, “alista bronca” y supera toda indignación. Hace un par de años, nuestros políticos la abandonaron en Ghana para después echar a toda la cúpula de la Armada. Hace poco la entonces Ministra de Defensa, Nilda Garré, mandó por primera vez a despedirla por una “desarropada” viceministra. En 2012 la propia Presidenta la fue a recibir a Mar del Plata cual trofeo: ¡ese que se había olvidado en Ghana!

Ni la Fragata, ni el Irízar. ¡Nada les importa! A nuestros cadetes de 17 años ¡sí! ¡Que no afloje esa valiente muchachada de la Armada, que hace seis años salvó del fuego a este cronista en nuestro querido rompehielos! Mariano Francisco Wullich

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