Intérpretes: Iuliia Mykhailova, Danny Vrijsen, Gabriella Argento, Mark Gindick, Jenifer Aubry, Marie Michelle Faber, Lara Jacobs Rigolo, David Rimmer, Amanda Zidow, Vladimir Pestov y elenco – Coreografía: Karole Armitage – Vestuario: Merédith Caron – Escenografía: Scott Pask – Música: Bob &Bill – Dirección: Diane Paulus
Supuestamente hay un relato en este espectáculo, vagamente basado en La Tempestad de Shakespeare. Da lo mismo, pues los números son inconexos y no tienen un derrotero, o sea que cualquier historia sería igual. A estas alturas, uno espera mucho más del Cirque du Soleil, que involuciona respecto de anteriores presentaciones. De hecho, Amaluna lleva ya varios años en escena, aunque a Buenos Aires llegue como novedad.
Como es habitual en la compañía canadiense, hay una cuidada estética en elementos escenográficos, muy bien combinados con el atractivo vestuario, y un magnífico diseño de iluminación. La música –excedida en decibeles- tiene base rockera y buenos intérpretes que brindan un clima especial en cada momento.
Comienza el desfile de muy buenos acróbatas aéreos, saltimbanquis, equilibristas, contorsionistas, especialistas en aros, elásticos, monociclos y palo chino, con un elenco mayoritariamente femenino, al que se suman fortachones para sostener cuerpos cuando es necesario. Es decir, nada que uno no haya visto en cualquier circo que se precie de serlo. También hay algunos juegos en una semiesfera llena de agua, que nuestro inefable Flavio Mendoza ha logrado con mayor espectacularidad. Y hay mucha escena de relleno, claro.
El número más original, el más atractivo y ornamental, es el que realiza Lara Jacobs Rigolo -personificada como la Diosa del Equilibrio-, con ramas secas de palmera de distintos tamaños, a las que va montando una sobre otra, sutil y estratégicamente, hasta generar una preciosa y fragilísima estructura que se sostiene por puro artificio del contrapeso y la asimetría, donde el más mínimo toque podría echarlo todo a perder. Y lo demuestra como final de su excepcional performance.
Todo circo reserva los entremeses clownescos como para dar continuidad mientras arman y desarman dispositivos esceno-técnicos. A cargo de dos payasos, paradójicamente conforman lo más aburrido y desanimado de Amaluna, riéndose de sí mismos ante espectadores que no entienden la gracia.
Si jamás ha visto un espectáculo circense, vale la pena experimentarlo. En el caso de quienes hemos visto otros de la misma compañía, probablemente se decepcione. Le faltan adrenalina y emoción. Martin Wullich
Se dio hasta el 14 de abril 2018)
Cirque du Soleil
España 2230 – Costanera Sur – Cap.
Comentarios