Judy Garland, talentosa, apasionada y dueña de un carisma inigualable, conquistó al mundo. Marcada por el machismo de la época, siempre tuvo quien controlara su vida. Este argumento cuenta su último viaje a Londres, donde realizó algunos shows durante agotadoras semanas consecutivas, para pagar todas sus deudas y revertir la imagen negativa que acarreaba. Descontrolada en el frenético andar luchaba también contra su adicción a pastillas y alcohol.
En cuerpo y voz, comprometida a fondo, Karina K impacta en su postura, movimientos de manos y reacciones compulsivas, desplegando acertados matices en el escenario. Su potente voz traspasa y emociona al espectador en una memorable interpretación. Antonio Grimau personifica al pianista y amigo de confianza de Judy, utilizando inteligentemente el estereotipo gay de aquellos años. Con devoción y admiración aborda situaciones íntimas y movilizadoras, tanto en el modo de encarar su elección sexual, como la forma de enfrentar la debilidad de su amiga y protegerla. Federico Amador interpreta muy bien al manager y último marido de Judy, y Víctor Malagrino entretiene con sus apariciones como periodista.
La escenografía de Héctor Calmet nos pone en situación al ingresar a la sala: un cuarto de lujoso hotel con una gran caja que guarda el vestuario y elementos de la actriz. Un gran ventanal nos acerca al mundo que ella conquistó, y necesitaba recuperar. Hay otros espacios como un living donde está el piano y en las escenas de conciertos se amplía el fondo que deja ver la orquesta. Sin perder timing, las escenas se suceden desde distintos lugares, para finalmente abrir las puertas hacia el camino transitado que no olvida vivencias pasadas. La iluminación de David Seldes cuida cada detalle siguiendo el declive de la vida del personaje, así como el vestuario de Pablo Battaglia, que se deteriora de a poco, reconvirtiendo elementos que dotan de armonía y coherencia a la puesta.
El director Ricky Pashkus, ha manejado sin dudas el paralelismo del desgaste en la vida de Garland como en el espacio escénico, a medida que aumenta el dramatismo del camino hacia el ocaso. La delicadeza de la intimidad del hotel se envuelve gradualmente en la euforia que hace jirones su vida a la vista de todos. Los altibajos emocionales aportan alegría y tristeza, en una historia potente e inteligentemente diseñada. Con notable calidad, la dirección musical del maestro Alberto Favero nos permite disfrutar de recordadas melodías como La Canción del Tranvía, Llueva o truene o el clásico Over the rainbow. Judy murió a los 46 años por sobre dosis; Karina la revive en un bellísimo espectáculo. Sergio Boaglio
Se dio hasta 2015
Teatro Astros
Av. Corrientes 750 – Cap.
(011) 4325-9991
Estrenó en el Teatro Apolo
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