Acosta Danza: Cuban Ecléctico – Bailarines: Alejandro Silva, Raúl Reinoso, Patricia Torres, Amisaday Naara, Adria Díaz, Frank Isaac, Brandy Martínez, Denzel Francis, Chay Deivis, Thalía Cardin, Ofelia Rodríguez – Coreografías: Raúl Reinoso, Sidi Larbi Cherkaoui, Pontus Lidberg, María Rovira y Alexis Fernández – Maestra de Ballet: Verónica Coves – Director de Escena: Eduardo Peón – Vestuario: Yunet Uranga – Director: Carlos Acosta
¿Has visto alguna vez el mar sobre un escenario? Esa parece ser la propuesta inicial de Acosta Danza con Satori, que llevó el oleaje caribeño hasta las costas del río Potomac. Un solo gran lienzo de intenso azul, inmenso como un mar, evocó aguas agitadas, horizontes inciertos, naves errantes y hasta velos de tierras orientales. Revistió los cuerpos desnudos, profundizó las miradas, moldeó el movimiento y fundió a bailarines y escenario en una única organicidad palpable. Sencillo en forma, pero fértil en imaginación, este tejido fue vestuario y escenografía a la vez, generando múltiples espacios con un solo gesto.
La luz modeló las pieles y telas con temperaturas variables, revelando tensiones musculares o esfuminándolas en la penumbra. Sobre vestuarios que oscilaron entre tonalidades coloridas pero también pálidas, las luces tejieron contrastes y transiciones que evocaron las diferentes horas del día o los estados del agua, el aire y, por qué no, de aquello que está más allá del cielo. La iluminación realzó la presencia escénica de los bailarines, pero también coreografió los silencios del espacio, guiando la mirada como una marea que revela contornos y latencias, que incita a la contemplación y al deseo.
La música fue hilvanando el impresionismo europeo con el eco ancestral del tambor afrocubano y la emergencia de ritmos citadinos. El Prélude à l’après-midi d’un Faune de Claude Debussy, intervenido por Nitin Sawhney, convivió con rumbas cubanas y pulsos urbanos en Paysage y De Punta a Cabo. Las obras apelaron a distintas fuentes musicales pero todas compartieron una gramática en común del conectar y fluir libremente. Así, durante dos horas, Cuba bailó frente a los espectadores, no como postal sino como un paisaje vívido, un fragmento de su pueblo que se destaca por su excepcionalidad en la danza, que respira y palpita un ahora continuo y perpetuo.
La compañía se impuso por su sincronía armónica. Las coreografías clásicas mostraron una unidad sin rigidez, como si un mismo latido animara cada desplazamiento. En De Punta a Cabo, las figuras reales dialogaron con sus otredades proyectadas en el fondo, amplificando la escena en una coreografía de reflejos. Si bien algunos pasajes teatralizados podrían haberse evitado, ese exceso pasó a segundo plano por la contundente destreza del colectivo. Interpretado por Amisaday Naara, se destacó notablemente el solo Impronta por su vigor y elegancia. Con fuerza y estilizados movimientos, la bailarina creó un lenguaje híbrido entre lo rítmico, lo clásico y lo ancestral. Su expresión corporal supo reconciliar la tensión entre el impulso y la pulida técnica.
Carlos Acosta y Acosta Danza ofrecen una geografía sensorial que sumerge al público, en diferentes momentos, desde el primer oleaje hasta la última espuma en la costa. Fue un recorrido por corrientes internas y memorias compartidas, por ritmos heredados y cuerpos encendidos. Como el mar, la propuesta es vasta, profunda, cambiante. Sella su impronta, que se repite como el sabor de la sal en el imaginario (y por qué no en la piel y en la boca), para volver una y otra vez a ese vibrante recuerdo. Martín Quiroga Barrera Oro
Fue del 1 al 3 de mayo de 2025
John F. Kennedy Center for the Performing Arts
2700 F Street – Washington D.C. – U. S. A.
Sitio Web Kennedy Center
Próximas funciones en Mayflower Theatre
Comentarios