Podría decirse que de George Gerswhin en adelante las fronteras que alguna vez separaron el jazz de la música académica comenzaron a difuminarse. Por un lado, comenzó a haber cierto consenso en el sentido de que el jazz constituía un modo legítimo de plasmar la identidad musical estadounidense, y al mismo tiempo que los compositores académicos comenzaron a adoptar elementos rítmicos propios del género, los músicos de jazz tendieron a profesionalizarse cada vez más, llevando su música del terreno de lo popular al de la especialización. Cabe recordar que las raíces del jazz, lo mismo que sucedió en Argentina con el tango, se ubican incluso en el terreno de la marginalidad. De todos modos, en el caso del recital que brindaron Wynton Marsalis y los músicos de la Jazz at Lincoln Center Orchestra en el Teatro Colón, no hubo ambigüedades: fue un concierto de jazz, hecho y derecho. Sin embargo, Marsalis -un músico ampliamente reconocido y respetado también dentro del universo clásico- tuvo bien presente que no estaba tocando en cualquier lugar.
Pero antes de entrar en este punto señalemos otra cosa: hay que ser muy buen trompetista para atreverse a armar una línea de pares integrada por gente como Greg Gisbert, Marcus Printup o Kenny Rampton. Los tres mostraron que tienen talento de sobra para formar parte de esta orquesta. Y Wynton Marsalis mostró, además de sus propias dotes instrumentales, tener la grandeza de los humildes.
Resultaba obvio que la gente había ido principalmente por él; pero Marsalis tocó sus partes desde atrás de la formación, se limitó a hacer las presentaciones y los comentarios correspondientes a cada caso, y después le cedió a todos y cada uno de sus músicos el espacio para que pudieran lucirse y demostrar los méritos por los cuales son parte de esta orquesta. Por cierto, la mayoría de ellos tienen trayectorias impresionantes, y quedaron puestas de manifiesto durante la función.
Volvamos a lo señalado: Marsalis tuvo en cuenta que estaba tocando en el Colón, y a partir de ese detalle, para nada menor, convirtió este concierto en una clase magistral en cuanto a sutilezas sonoras. La Jazz at Lincoln Center Orchestra es una agrupación que puede sonar muy fuerte -lo ha demostrado en otras ocasiones-, poniendo en juego un jazz absolutamente sanguíneo, con solos potentes y hasta desgarradores.
Pero la apuesta para el Teatro Colón fue muy diferente: por momentos fue necesario aguzar el oído para apreciar los detalles mínimos. Los vientos fueron tocados en muchos pasajes con sordina, casi al límite de sus capacidades. Y hasta el infaltable solo de la batería, a cargo del talentoso Ali Jackson, se jugó en estos mismos términos, y no sería justo decir que fue un toque “contenido”, pues hubo momentos en que las baquetas volaron de manera febril, pero el concepto siempre se mantuvo del lado de lo preciosista.
Sólo sobre el final del concierto, y después de haber despedido al grueso de la orquesta, quedó Marsalis en el escenario en formato de cuarteto, con Dan Nimmer en piano, un virtuoso Carlos Henriquez en contrabajo y el nombrado Jackson, para mostrar en los bises otra faceta de su arte y capacidad para hacer magia con la trompeta. Y otra vez la modestia lo llevó a no cerrar el espectáculo consigo mismo como protagonista, sino que hizo entrar de nuevo a la orquesta, a pleno, para cerrar la fiesta con una memorable versión del tango Flores negras, como un guiño especial para el público argentino.
Por eso habría que señalar un detalle, que ya no tiene que ver con lo musical, sino con la cortesía. Sabemos que el idioma natural del jazz es el inglés. Y también es cierto que la mayor parte de los asistentes al concierto pudieron comprender todo lo que Wynton Marsalis decía. Pero hubiera sido un detalle de buen gusto tener en consideración el idioma del país anfitrión, y ya que los comentarios hacían a la esencia del espectáculo, haber tomado la precaución de asegurar un modo de traducción simultánea. Constituye un error naturalizar el hecho de que todos debamos saber inglés, en detrimento del idioma local. Germán A. Serain
Fue el 25 de marzo de 2015
Teatro Colón
Libertad 651 – Cap.
(011) 4378-7109
wyntonmarsalis.org
Nota: así quedó inaugurado el Ciclo Quinto Aniversario del Teatro Colón, que continuará con el pianista ruso Evgueni Kissin (2 de junio), Paula Almerares y Karin Lechner (12 de agosto), el trío de Daniel Binelli, Eduardo Isaac y Polly Ferman (1º de septiembre), Lito Vitale (4 de septiembre) y Dino Saluzzi (2 de octubre), completando un panorama tan atractivo como ecléctico, marcado por la confluencia de artistas provenientes de géneros musicales diversos, pero todos ellos valiosos.
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