VII GALA INTERNACIONAL DE BALLET DE BUENOS AIRES, variado banquete

Primeros bailarines de Alemania, Rusia, Inglaterra, Estados Unidos y Argentina

Mucho clásico, estrellas de grandes compañías, buena dosis de contemporaneidad y algún número para el asombro: esa es la receta que desde hace siete años cocina el Grupo Ars, para entregarnos bien servidas sus Galas Internacionales de Ballet de Buenos Aires. Las condimenta también convocando a argentinos insertados en elencos del mundo. Tal es el caso de la mendocina Daiana Ruiz, de raudo paso por el Ballet del Colón, que hoy transita el escenario del Ballet de Stuttgart, y que abrió con El corsario. Elegante y segura, Ruiz compartió el fragmento con Martí Fernández Paixá, del mismo elenco, con quien bailó Adagio ma non troppo, contemporánea e interesante creación de Fabio Adorisio.

El clasicismo de Petipa continuó con La bayadera y El cisne negro, ambos a cargo de Yulia Stepanova y Denis Rodkin del Ballet Bolshoi, y con Diana y Acteón, donde la solvencia técnica de Isabella Boylston (ABT) combinó de maravillas con su impertérrita sonrisa, a despecho del carácter de su personaje. Luego, Boylston nos acercó una novedad: la coreografía del sueco Pontus Lidberg para Raymonda, junto a Alban Lendorf, también del ABT.

Hace 20 años, el canadiense Russell Maliphant creó Two, -paradójicamente un solo- manejado con secuencias de port de bras circulares, en un reducido espacio y con mínimos desplazamientos, que Iván Putrov (Royal Ballet de Londres) interpretó con alto nivel. Luego, Putrov se puso en la piel del cisne para recrear junto a Liam Mover –actor y bailarín que de niño fue Billy Elliot en el musical londinense- el pas de deux de la peculiar versión de Matthew Bourne de El lago de los cisnes.

Por primera vez esta gala incluyó el género del ballroom, de la mano de dos espléndidos bailarines: Brittany O’Connor y Paul Barris. Recibieron una ovación con dos números de distinta factura: Ding dong daddy y Bésame mucho. Ambos derrocharon simpatía, dinamismo y expresividad en el primero, con un alarde de virtuosismo en el histórico bolero de Consuelo Vázquez por parte de la bailarina, cómodamente calzada con una zapatilla de punta en un pie y un zapato de taco aguja en el otro.

Casi sobre el final, Les lutins (podría traducirse como “los duendes”), bailado con destreza y frescura por Francesca Velicu (English National Ballet), Alban Lendorf y Dmitri Zagrebin (Swedish Royal Ballet), permitió conocer el virtuosismo del violinista Luciano Casalino (de la Filarmónica de Buenos Aires), que junto al impecable Marcelo Ayub en piano, incorporaron el magnífico aporte de la música en vivo, algo para tener muy en cuenta para los próximos encuentros anuales con lo más granado de la danza mundial. Patricia Casañas

Fue el 11 de agosto de 2017
Teatro Coliseo
Marcelo T. de Alvear
(011) 4816-3789
teatrocoliseo.org.ar

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