VIGILIA DE NOCHE, conflictos personales

Dirigida por Daniel Veronese, la obra del sueco Lars Norén explora la complejidad relacional humana mediante el intimismo teatral

Actúan: Mara Bestelli, Pilar Gamboa, Walter Jakob y Luis Machín – Escenografía: Franco Battista – Vestuario: Laura Singh – Iluminación Juan Ramos – Autor: Lars Norén – Versión y Dirección: Daniel Veronese

El escenario es mínimo: apenas dos sillones, una mesa con cuatro sillas, un equipo de música y varios discos de vinilo que tal vez podrían trasladarnos a otros tiempos y lugares, pero que finalmente no servirán de mucho, pues en realidad nadie los escuchará, ni siquiera cuando suene alguno de ellos. Tampoco nadie parece querer escuchar al otro en este drama, que no tiene inicio ni fin, sino que es solo la muestra de un fragmento, de un pasaje en particular de la vida de los cuatro personajes en escena. Hay dos hermanos, magníficamente interpretados por Luis Machín y Walter Jakob, desencontrados en algún punto de sus vidas, que regresan de la ceremonia de cremación de su madre. Los dos están acompañados por sus respectivas mujeres, muy bien encarnadas por Pilar Gamboa y Mara Bestelli. El resto es el planteo de una compleja serie de miedos, desencuentros y frustraciones, en muchas de las cuales no será difícil sentirse representado.

La obra bien podría encuadrarse en un marco de referentes teatrales clásicos tales como A puertas cerradas de Jean Paul Sartre, o bien ¿Quien le teme a Virginia Woolf? de Edward Albee. Como aquéllos, este trabajo ahonda en una serie de dramas relacionales que aparentan ser irresolubles, en buena medida debido a la escasa o nula capacidad de los personajes, encerrados de un modo u otro en sí mismos, de generar o sostener una mínima empatía con los demás. A los fines de la obra, resulta ideal la intimidad brindada por la sala Cunil Cabanellas del Teatro General San Martín, que permite al público una gran cercanía con los actores. Fue interesante que en esta ocasión se dispusieran sillas flanqueando también los laterales del escenario.

En cuanto a la obra en sí, más allá de que no tenga una resolución definitiva, la moraleja parece ser simple y estar bastante en línea con esa idea sartreana de que “el infierno son los otros”. Aunque en este caso también podría plantearse la idea complementaria: el infierno está adentro de cada uno de los personajes, lo que equivale a decir que está dentro de cada uno de nosotros, los espectadores, que luego nos encargamos de proyectarlo sobre los demás. Si así fuese, no dejaría de ser una buena noticia, pues al menos estaría en nuestras propias manos intentar resolver los conflictos. Que esto sea o no finalmente posible es algo que deberá revisar cada uno. Y entonces se comprende mejor, y hasta se agradece que la obra no plantee un final cerrado. Germán A. Serain

Miércoles a sábados a las 20.30
Domingos a las 19.30
Teatro General San Martín
Av. Corrientes 1530 – Cap.
0800-333-5254

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