Veladas cabareteras – Actúan: Mariela Acosta, Hernán Carbón, Make Casares, Noralih Gago, Teresa Murias, Pablo Palavecino, Mónica Piccone, Gimena Riestra – Ambientación: Rodrigo González Garillo – Sonido: Ramiro Pinto – Dirección: Noralih Gago
La inefable Noralíh Gago vuelve con su más exitoso personaje, o por lo menos el más risueño: Concha del Río. Para quienes la hemos seguido desde El 3340 o Anfitrión Cabaret, estas Veladas Cabareteras no ofrecen grandes novedades. Pero claro, cada función es distinta, ya que suma stand up a la base del personaje y hace de las respuestas del público un guión que se renueva cada noche.
No falta su célebre frase: “¡Me quedo en el país!”, como un declarado deseo de esa diva sui generis de dar el gusto a sus seguidores, que la quieren tener en Argentina. Con su voz ronca, y de rápidas reacciones, Gago lleva a la fastuosa y suspicaz Concha a la quintaesencia de un show que la pinta de cabo a rabo.
Siempre custodiada, se desliza entre el público a la búsqueda de una oportunidad para la risa, respetuosa pero sorprendida de los epítetos que mujeres y hombres confiesan usar en ocasiones variopintas. Entre tanto, canta y cuenta momentos de su vida en diversos escenarios.
La acompañan algunos artistas de siempre, como Gimena Riestra, a quien es un placer escucharla cantar y decir, con su tímido e inocente toque de norteamericana hispanoparlantes. En esta oportunidad oficia además de ventrílocuo y maneja un insólito muñeco que corporiza graciosamente Hernán Carbón, en un sketch algo moroso, así como el de la mujer que ha vuelto fascinada de China, interpretada por Mariela Acosta.
Otro de sus adláteres, Pablo Palavecino, entretiene con sus notables dotes histriónicas, aunque debería ajustar la precisión fonomímica en la socarrona imitación de Luisa Albinoni. Teresa Murias vuelve con el misterioso y elegante personaje de antifaz que conoce el diccionario de memoria; sentada en la barra, desgrana la definición de cualquier término que le propongan, siempre con mucha gracia.
Al espectáculo le faltan un par de ajustes en el sonido, la iluminación y la coordinación. Usando un desprolijo panel negro que le quedó corto en alto y en ancho, el ambientador no logró tapar las lamparitas de la parte posterior, entre otras cosas. Se destacan el vestuario y el maquillaje. Martin Wullich
Fue el 9 de julio de 2019
Teatro El Picadero
Pje. E. S. Discépolo 1857 – Cap.
(011) 5199-5793
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