TRAS LAS REJAS, presos australes

Apasionante libro de Arnoldo Canclini sobre la cárcel más famosa de la Patagonia

Desde cualquier punto de la Argentina es conveniente llegar vía aérea a Ushuaia. Por vía terrestre implica recorrer un pequeño tramo por agua, ya que no existe un puente que conecte el continente con la isla de Tierra del Fuego, y además pasar por aduanas, ya que forzosamente hay que atravesar tierras chilenas. Ushuaia ostenta el raro privilegio de ser la ciudad más austral del mundo, aunque los guías que acompañan a los turistas en la navegación por el canal Beagle aseguran que en la isla Navarino, al sur del canal -por ende en territorio chileno- está Puerto Williams, que puede, si se dan las condiciones, quedarse con ese honor. Pero por el momento, Ushuaia sigue siendo la más austral. Es una ciudad que despierta sensaciones encontradas y, por qué no, algo de misterio.

Ushuaia, con alrededor de 75 mil habitantes, ha tenido un crecimiento casi explosivo en las últimas décadas, sobre todo a partir de los 70, gracias a las exenciones impositivas a la industria electrónica en Tierra del Fuego. Pero la primera imagen que aparece en la mente de muchos cuando escuchan el nombre Ushuaia es la de un lugar que poco tiene que ver con los bosques de lengas y ñires, con los resorts para esquiar o con las gélidas aguas del canal interoceánico. Es la “temible cárcel del Fin del Mundo”, un presidio por el que pasaron personajes de todo tipo que, ya por su peligrosidad u otras cuestiones menos ligadas a lo criminalístico, fueron confinados por un tiempo, o de por vida, entre las frías paredes de un edificio de estructura radial que se alza en uno de los extremos de la zona céntrica de Ushuaia. Algunos, sin embargo, tuvieron mejor suerte y fueron a parar a las casas de los lugareños.

Sobre esta y otras cuestiones trata Arnoldo Canclini (1926-2014) en su libro Tras las rejas: historias de la temible cárcel del Fin del Mundo (2012). Canclini fue teólogo y pastor evangélico. En ese rubro, fue profesor del Seminario Internacional Teológico Bautista, presidente de Sociedad Bíblica Argentina, y director de publicaciones evangélicas muy difundidas en su tiempo como El Expositor Bautista. Además, Canclini era Doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Su interés por los temas históricos lo llevó a producir una nutrida cantidad de obras en temas diversos. Fue también miembro de la Academia Nacional de la Historia, y al momento de su fallecimiento, estaba pendiente de publicación Comandante Piedra Buena, su tierra y su tiempo, publicada póstumamente.

Tras las rejas es un libro ágil y profundo. El estilo del autor es ameno y dinámico pero con rigurosidad académica. El lector interesado en estos temas puede disfrutar de una nutrida cantidad de datos, anécdotas y sucesos en apenas ciento cuarenta páginas. Con precisión de historiador y con la sensibilidad de un hombre consagrado a Dios, nos lleva en el tiempo, desde las precursoras cárceles de Isla de los Estados y Puerto Cook, pasando por cómo se gestó el presidio y una descripción de la vida (o la “no-vida”) de los presos. Narra la historia del ahora simpático y turístico Tren del Fin del Mundo, cuyos vagones transportaban a los desdichados a talar árboles para la construcción de su propio lugar de encierro.

Dedica todo un capítulo al anarquista Simón Radowitzky, uno de los presos más famosos y enigmáticos, condenado por el cruento asesinato de Ramón L. Falcón, controvertido personaje de mano dura con las protestas gremiales de entonces. Canclini nos sorprende con cuestiones quizás poco conocidas, como la existencia de una banda musical de presos, del trabajo en la imprenta de la cárcel, y de las tareas de alfabetización de los condenados que no sabían leer ni escribir. Nos ofrece un pantallazo de los intentos de fuga, muchos de estos abortados por las mismas condiciones geográficas y climáticas del lugar donde se había emplazado el presidio.

Arnoldo Canclini dedica también un capítulo a aquellos presos que, en palabras del autor, “eran considerados más peligrosos por apelar al arma más terrible y perdurable: el pensamiento”. Así, nos enteramos del paso por esta ciudad de algunos nombres más o menos conocidos, y otros que nos hacen sonar muchas campanas. Uno de estos nombres es nada menos que Ricardo Rojas, escritor e historiador argentino, miembro de la Academia Nacional de la Historia y rector de la Universidad de Buenos Aires entre 1926 y 1930. Justamente este último año fue cuando ocurrió un hecho —el golpe cívico-militar que derrocó a Hipólito Yrigoyen— que detonó el envío de Rojas a tierras australes en calidad de “preso social”.

ricardo rojas
Quien visita el Museo del Presidio puede ver, en una de las celdas del Pabellón 4, una figura en yeso de un Ricardo Rojas impecablemente trajeado, sentado a una mesa con una pila de libros al lado de un camastro. Pero Canclini derriba ese mito, ya que Rojas nunca pasó por las frías y desprovistas celdas del presidio, sino que fue a parar a la casa del entonces jefe de policía, donde hoy funciona la Biblioteca Popular Sarmiento, cerca de la costa. La celda, primorosamente pintada y arreglada, está cerca de otra celda donde hay una figura en yeso de otro célebre huésped forzado: Cayetano Santos Godino (a) “el Petiso Orejudo”. La supuesta celda de Rojas -que contrasta con las del Pabellón 1-, se dejó tal cual cuando Perón decretó su cierre, en 1947. El estado del lugar no puede ser más sobrecogedor.

Tras las rejas es solo uno de los tantos libros que Arnoldo Canclini dedicó no solo a la historia de Ushuaia, sino de nuestro sur. Un material digno de ser leído y apreciado. Viviana Aubele

Tras las rejas (2012)
Arnoldo Canclini
144 páginas
Editorial Continente
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arnoldo canclini

Arnoldo Canclini (La Plata, 1926 – Buenos Aires, 2014). Escritor, historiador y pastor bautista. Publicó más de 50 títulos sobre temas religiosos e históricos, especializándose en el ámbito patagónico. Dirigió Ushuaia 1884–1984, publicación que entre los fueguinos es conocida como el Libro del Centenario. Canclini formó parte de distintas instituciones como la Academia Nacional de Historia, de la que fue miembro correspondiente por Tierra del Fuego. Además perteneció al Instituto Malvinas y Tierras Australes Argentinas. El 10 de junio de 2014, falleció a los 88 años después de una prolongada enfermedad. (El rompehielos)

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