Dos fueron los puntos centrales que definieron los alcances del generoso concierto de la Orquesta Académica del Teatro Colón, con dirección de Pablo Bocchimuzzi. El primero fue de carácter conceptual y estuvo determinado ya desde el título con el cual se presentó el programa: Terezin. El segundo tuvo que ver con la obra central, en la que deslumbró el solista en piano: Iván Rutkauskas.
El programa comenzó con una muy precisa lectura de Kikimora, una leyenda orquestal compuesta por Anatoly Lyadov en 1910, y continuó con el primero de los dos estrenos argentinos de la jornada: He ahí la noche, de Claudio Alsuyet. Comisionada por el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, la obra persigue —lo declara el autor, pero también se lo escucha— las ideas musicales que surgen acompañando el soliloquio y los pensamientos, las emociones, dudas, recuerdos y enigmas que desata la poética nocturna. De una belleza misteriosa, fue inevitable relacionar la pieza con la famosa Noche transfigurada de Schönberg. Pero Alsuyet se ubica más acá, en todos los marcos de referencia.
Luego llegaría el plato fuerte en el eje estrictamente musical: el Concierto para piano Nº 2 en Fa Mayor Op. 102, que Dmitri Shostakovich compuso en 1957 para el 19º cumpleaños de su hijo Maxim, quien estrenó la pieza durante su concierto de graduación en el Conservatorio de Moscú. En una carta firmada por el propio Shostakovich, fechada por la misma época en que la obra fue estrenada, el compositor dice que su trabajo no tiene “ningún mérito artístico redentor”, algo que la calidad del concierto ciertamente desmiente. Se ha sugerido que Shostakovich, a menudo víctima de la crítica y hasta la censura oficial , habría hecho este comentario de manera irónica, pues la forma y carácter del trabajo —alegre, virtuoso, brillante— distan de los cánones sugeridos desde el ámbito oficial.
El impecable desempeño de Rutkauskas arrancó aplausos al concluir el primero de los tres movimientos que integran el Concierto. Es verdad que no se trataba del público habitué del Colón, más informado en cuanto a los códigos que hacen a la integridad de las obras. Pero en este caso en particular, tanto la escritura como la interpretación reclamaban el desborde, y no hubo más remedio que sumarse al entusiasmo.
Cantata por Terezin
Luego siguió el momento del segundo estreno, otra obra comisionada por el ISATC: la anunciada Cantata por Terezin, de Nelly Beatriz Gómez, para narradora, coro de niños y orquesta, que contó con la participación del Coro de Niños del Teatro Colón, que dirige César Bustamante, y Denise Pertusi en el contrapunto narrativo.
Para quien no conozca la historia: hacia fines de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, en el noroeste de la República Checa se levantó un campo de concentración en el gueto de Terezin, al cual fueron enviados miles de personas judías. Se trataba de un paso previo a la deportación final a los campos de exterminio, pero los nazis utilizaron además este lugar con fines de propaganda: muchos exiliados eran artistas o intelectuales, así que mostraron el supuesto buen trato que se proporcionaba a los judíos que eran obligados a vivir allí, llegando a organizar orquestas y otras actividades artísticas. Incluso se llegaron a filmar algunos documentales propagandísticos, todo con el fin de engañar a los veedores internacionales.
Hacia 1942 la población del gueto de Terezin ascendía a 53 mil habitantes, con un elevado porcentaje de niños, por lo cual Nelly Gómez decidió recurrir a las voces de un coro de voces infantiles, como modo de denuncia y para rendirle un homenaje a esas almas inocentes. Más de 150.000 judíos fueron trasladados al ghetto, de los cuales unos 33.000 murieron allí mismo, en tanto otros 88.000 terminaron siendo deportados a los campos de exterminio. Al final de la guerra sólo quedaban 17.247 supervivientes. Al sur de la ciudad, un edificio con cuatro hornos crematorios, que hacia el fin de la contienda operaban de manera constante, servían para deshacerse de los cadáveres.
Por cierto, el estreno de esta cantata se produce en un momento particularmente sensible, en el cual un inexcusable antisemitismo parece recuperar fuerzas en diferentes partes del mundo. Símbolos propios del odio nazi vuelven a dejarse ver, al tiempo que miles de vidas se pierden en una horrenda guerra fratricida colmada de barbarie, sustentada en absurdos odios ancestrales y estúpidos fundamentos religiosos. Víctimas y victimarios se confunden, y es en verdad como si en todo este tiempo la humanidad no hubiese aprendido nada.
Señala el programa, firmado por Marcelo Birman, director del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, que las dos obras en estreno incluidas en este programa completaron el tríptico de los encargos realizados a compositores argentinos, sumándose a la lista el estreno, a comienzos de octubre pasado, de Danzantes en espiral de Eva Lopszyc. En dicho concierto se escucharon también Arianna de Alex Nante y Brújula de Juana Sanjurjo, además de la reposición en versión semi-escenificada de Alice in Wonderland de Marta Lambertini en septiembre, quedando así en evidencia la decisión, desde el Instituto, de sostener un espacio de creación y divulgación del acervo musical argentino.
El concierto reseñado se completó con la Sinfonía N° 1 en Re Mayor “Clásica”, Op. 25 de Sergei Prokofiev, dejando en claro que la Orquesta Académica del Teatro Colón es un organismo de una capacidad profesional absolutamente destacable, del cual debemos sentirnos por demás orgullosos. Germán A. Serain
Fue el 4 de noviembre de 2023
Teatro Colón
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(011) 4378-7100
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Entrevista con Nelly Gómez y Claudio Alsuyet en Radio Nacional Clásica
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