TEATRO CERVANTES DE TANDIL, espera eterna

La cultura detenida en medio de las sierras pampeanas

Dicen que el país se termina en la General Paz. Parece que la cultura, también, independientemente de cualquier cuarentena que se decrete en el territorio nacional. La extensión de nuestro país no sería directamente proporcional con la concentración de oferta cultural, eternamente condenada a florecer en la ciudad del estuario. Tampoco lo es con la concentración demográfica, evidentemente. La época estival le brinda a algunas ciudades del interior del país un impulso que sólo dura eso, un estío: durante enero y febrero principalmente, los espectáculos de la calle Corrientes suelen mudarse a Carlos Paz o Mar del Plata, por citar dos casos emblemáticos. Antes de entrar en el tema del Teatro Cervantes de Tandil, recordemos algunos detalles.

Tandil es una ciudad de alrededor de 117.000 habitantes, enmarcada en las serranías del sudoeste de nuestra pampa húmeda. Fue fundada en 1823 por Martín Rodríguez y se la llamó Fuerte Independencia; de hecho, una de las calles que convergen en su plaza principal —la Plaza Independencia— tiene ese primer nombre. En su centro histórico, que replica el típico trazado de las ciudades y los pueblos de provincia, se alzan el Palacio Municipal, inaugurado en 1920, que ostenta estilo neoclásico, y la Parroquia del Santísimo Sacramento, cuya construcción actual data de 1877. Tandil es una ciudad con el encanto de la tranquilidad de pueblo a la hora de la siesta y la actividad de metrópolis por las mañanas y hacia la tarde-noche. Ofrece un interesante atractivo turístico por su agradable clima, la belleza y paz de sus sierras, la historia de la Piedra Movediza, un Castillo Morisco, el impactante Lago del Fuerte y su represa, y un Monte Calvario que atrae el turismo religioso para Semana Santa. 

Tiene también un teatro, cuyo edificio es romántico resabio de tiempos más amables y bellos. El Teatro Cervantes de Tandil, que se ubica en Gral. Rodríguez al 500, fue construido hacia fines de 1880 por la Sociedad Española de Socorros Mutuos. Se cuenta que Carlos Gardel pisó sus tablas. En la década de 1920 fue reformado con materiales traídos de Europa, y en 1924 se reinauguró con la proyección de Sangre y arena, nada menos que la mítica película de Rodolfo Valentino.

El teatro fue declarado patrimonio histórico y cultural de la provincia en 2011; sin embargo, desde los años setenta ha sido el blanco del descuido, la desidia y el abandono. Sorprende entonces que esté en ese triste estado pues en 2009, en uno de los intentos para poner el teatro en valor, unos técnicos del Teatro Colón estuvieron durante una semana evaluando el estado del edificio y aseguraron que, después del Primer Coliseo, el Cervantes de Tandil era el que mejor acústica tenía en todo el país.

El daño sufrido por el teatro es, por cierto, enorme. Caída de mampostería debido a un fuerte viento, humedad, filtraciones, desprendimiento de cielorraso, son algunos ejemplos. No hay nada más patético y lastimoso que un teatro abandonado, y el Teatro Cervantes de Tandil llora el estado en que lo han dejado por años de desinterés e indiferencia, mientras los turistas que desconocen el asunto se preguntarán qué será ese desquicio; el cartelón rojo que anuncia el llamado a licitación se ufana de un corto plazo previsto para las refacciones. El edificio sobrevive como puede al lado de una estructura histórica de la cual solo queda la fachada: el ex Banco Comercial de Tandil, donde —oh, bendito progreso— está proyectado un centro comercial. A propósito de este asunto, no faltaron especulaciones de una posible fusión del teatro con el shopping, y sobrevoló en la mente de muchos el recuerdo de un infame episodio de los años noventa en la Ciudad de Buenos Aires, que involucró una escuela y un centro comercial en el barrio de Balvanera. Afortunadamente, parece que la especie ha sido desmentida.

Cinco décadas de agónico desamor que parecen vislumbrar una luz al otro extremo del túnel; un final feliz anhelado, aunque no se sabe a ciencia cierta cuánto falta para ese final. Hace casi treinta años hubo un intento de recuperación del teatro que empezó con la colocación de techo y membrana. El asunto acabó con la típica historia de dinero recaudado para las obras de recuperación y que nunca llegó a destino. Luego sucedió lo de la visita de los técnicos del Colón, narrada en párrafos anteriores. Y en abril de 2019 se firmó un acuerdo entre el municipio tandilense, la Secretaría de Cultura de la Nación, la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Tandil y la Universidad Nacional del Centro. El objetivo: proporcionar los recursos necesarios para recuperar el teatro. En enero de este año comenzaron a hacerse algunas obras que apuntaban a frenar el lógico deterioro que el paso del tiempo y el descuido han ocasionado en la estructura. La cuarentena obligatoria que nos persiguió prácticamente todo el 2020 interrumpió, una vez más, los intentos de recuperación.

teatro cervantes de tandil

Teatro Cervantes de Tandil – Foto: Romina Lukman (Instagram: @rominalukman.ph)

Según el sitio web de El Eco de Tandil ya se pudieron colocar seis vigas metálicas para reforzar el entretecho. La noticia data de junio último. Otra noticia del mes de octubre de La Verdad Online señala que el gobierno nacional giraría dinero para las obras en el Cervantes. Hasta ahí, toda la información que a priori se puede rastrear en la web. Mientras tanto, el teatro espera ser finalmente rescatado de tan larga e ignominiosa agonía, en un país donde parece que la cultura es menos rentable que un centro comercial, y que tiende a la amnesia patrimonial y a malograr lo poco o mucho que mantiene viva su cultura. Viviana Aubele

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