Tal vez esto sea la justicia (adaptación de “Los justos”, de Albert Camus) – Elenco: Juan Salmeri, Rocío Corsi, Mateo Serafini, Cecilia Barga, Joel Roch – Vestuario: Rocío Corsi – Iluminación: Damián Monzón – Sonido: Pablo Sala – Versión y Dirección: Junior Pisanú
El teatro clásico es clásico porque puede abordar un tema candente de tiempos pasados y mantiene su vigencia aun con el paso de los siglos. No obstante, siempre implica un enorme desafío adaptar una obra de tanto peso sin atentar contra el espíritu original que el autor quiso imprimirle. Y, especialmente, procurar que una trama que generalmente toma dos horas quede comprimida en solo sesenta minutos pero que el efecto general sea el mismo. Tal vez eso es lo que habrá sentido Junior Pisanú, actor y director en ciernes, ante la enorme tarea de que Tal vez esto sea la justicia -su adaptación de Los justos de Albert Camus- logre tal cometido.
Desde la clandestinidad, un grupo de revolucionarios socialistas de la Rusia imperial pergeña un atentado que, según ellos, sería la chispa que iniciaría los ansiados cambios en una nación donde la injusticia social era la norma más que la excepción. La víctima elegida, el Gran Duque Sergio, uno de los siete hijos de Alejandro II de Rusia. El año, 1905. En las penumbras del escondite, temerosos, pero con sus ideas intactas, los revolucionarios planifican el atentado y hablan sobre la fabricación de la bomba que, efectivamente, acabaría con la vida del noble. La logística de Dora (Rocío Corsi), Boris (Mateo Serafini) y Alexei (Cecilia Barga) no apacigua el ímpetu furioso de Stepan (Juan Salmeri), que solo cree en el poder de las bombas, ni tampoco apaga el espíritu de poeta de Ivan Kaliayev (Joel Roch).
El roce entre estos dos últimos pone de plano un debate ético sobre la necesidad de impartir justicia por medios violentos o mitigar esa necesidad apelando a la misericordia y la empatía. Después de todo, la bomba también haría volar por los aires a unos inocentes: la esposa del duque y los sobrinos de aquel. La negativa de Kaliayev de matar también a la familia del Gran Duque enfurece a Stepan. Aunque el quiebre interno es inevitable, el plan se lleva a cabo de todos modos: el Gran Duque es abordado en soledad en su carruaje por Ivan y su bomba. Ya encarcelado y a punto de ser ejecutado, Kaliayev es visitado por la viuda del Gran Duque (interpretada por Barga) quien, cual alma en pena, anticipa la suerte que correría el revolucionario. Es quizás en esa instancia donde se revela el sentido de justicia que todo mortal busca.
Aunque por momentos es evidente que se trata de una formación joven que aborda la obra de un escritor de gran renombre, los cinco actores hacen un buen trabajo en recrear la atmósfera entre revolucionarios que acuden a métodos poco ortodoxos, o acaso poco éticos, para generar el cambio que su nación necesita. La puesta en escena y el vestuario son sencillos, pero efectivos. La acción se desarrolla en una casi penumbra, y los golpes en la puerta -en la obra original son timbres- que sirven de contraseña para los revolucionarios, colaboran en cortar de tanto en tanto la tensa calma, realzada con los acordes de Gnossienne 1 de Eric Satie, que se respira en ese encierro forzado. Mérito del director Junior Pisanú, quien está dando sus primeros pininos en la dirección teatral. Viviana Aubele
Jueves a las 20
Teatro Payró
San Martín 766 – Cap.
(011) 4312-5922
Entradas por Alternativa
o en boletería
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