Exquisitez es lo que logra cuando, sola o acompañada, empuña el arco de su histórico violonchelo y emite sonidos únicos y subyugantes. También demuestra la enorme paciencia que tiene para soportar a un infante que intermitentemente lloró y berreó durante los primeros cinco minutos de ejecución, sin que su responsable se preocupara de abandonar la sala raudamente. Así empezaron Sol Gabetta y Bertrand Chamayou, violonchelista y pianista respectivamente.
Así y todo, la Sonata en Re menor de Claude Debussy encontró en ella y en el pianista Bertrand Chamayou –convocado una vez más por el Mozarteum Argentino- dos intérpretes fieles al sentimiento del compositor francés.
Ya en la Sonata en La mayor del belga César Franck, ambos siguieron templando el clima encantador, haciendo una deliciosa versión de esta obra escrita originalmente para violín y piano. Pero fue en la Sonata op. 40 de Dmitri Shostakovich donde el dúo hizo eclosión, ella con sus notables juegos de arco, pizzicatos y staccatos, a los que es tan adepta, en contraste con los sutiles e interminables pianissimos que penetran profundamente en el alma del espectador, y él con su originalísimo toque.
El final, con Le Grand Tango de Astor Piazzolla, aunó la personalidad única de ambos artistas al sello inigualable del compositor argentino. Chamayou se lució tanto como Sol Gabetta, demostrando que durante su visita anterior, cuando tocó el Concierto en Sol de Maurice Ravel junto a la Orquesta del Capitolio de Toulouse, su magnífica interpretación no había sido obra de la casualidad.
Dos jóvenes artistas, Sol Gabetta y Bertrand Chamayou, demostraron adulta profesionalidad y una total entrega que funciona tanto o mejor que sus individualidades. Cuatro bises cerraron la noche, entre los que se destacó la Plegaria de Ernest Bloch, interpretada con profunda espiritualidad. Martin Wullich
Fue el lunes 8 de octubre de 2012
Teatro Colón
Libertad 651 – Cap.
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