Scalabrini Ortiz – Actúan: Alejandra Darín y Pablo Razuk – Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo – Música: Sergio Vainikoff – Autora: Florencia Aroldi – Dirección: Sebastián Berenguer
La distancia que separa al ciudadano de a pie de los hombres que han forjado la patria suele verse enorme. Hombres como José de San Martín, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, no solo han quedado lejos en el tiempo, sino que nos es muy difícil tener una cabal apreciación de sus figuras, más allá de la esfera política. Podemos colegir ciertas cuestiones de su vida personal a partir de testimonios de la época, o de biografías.
Los cambios de nombre de las calles de Buenos Aires han sido comunes. Por ejemplo, la Avenida Canning, llamada así por George Canning, secretario de Relaciones Exteriores y también Primer Ministro británico, cuya influencia en estos lares tuvo que ver con los movimientos independentistas. Si bien la avenida había cambiado de nombre durante el tercer gobierno de Juan Domingo Perón, el gobierno militar que interrumpió el proceso democrático volvió a dejarle el nombre anterior. En 1985 una ordenanza del gobierno de Raúl Alfonsín le volvió a dar el nombre con el que Perón la había rebautizado: Avenida Raúl Scalabrini Ortiz.
Agrimensor, político, periodista, ensayista, amigo de Arturo Jauretche y Homero Manzi, Scalabrini Ortiz es una figura que parece quedar en la nebulosa y hasta corre peligro de caer en un injusto olvido. Se lo recuerda por su encendida denuncia de la dominación extranjera y la entrega del patrimonio nacional, por su posición neutral frente a la Segunda Guerra Mundial, y por el título de una de sus obras, quizá la más conocida: El hombre que está solo y espera.
Florencia Aroldi, dramaturga de prolífica labor y de familia de actores, es la creadora de Scalabrini Ortiz, una pieza en homenaje a este político argentino de notable integridad en comparación con los tiempos que corren. El papel protagónico está a cargo de Pablo Razuk, a cuyo pedido Aroldi escribió la pieza. Lo acompaña Alejandra Darín en el papel de Mercedes Comaleras, esposa de Scalabrini Ortiz, compañera incondicional y madre de sus cinco hijos.
El punto de partida de la acción es el momento en que Mercedes, ya viuda, es desalojada de la casa que compartió con su esposo y donde este pasó los últimos momentos de su vida. A partir de ahí, Razuk y Darín van y vuelven en el tiempo, reviviendo instancias de la vida de Raúl y Mercedes como pareja y como familia, los sinsabores de los devenires políticos de nuestro país, el pasado familiar de Scalabrini Ortiz, su enfermedad y deterioro físico, y entre escena y escena, el inexorable desalojo, que resalta aún más la sensación de ingratitud en evidente desbalance con el nivel de honradez y decencia de los hombres que han hecho patria.
Scalabrini Ortiz conmueve hasta las lágrimas, como se pudo escuchar en el estreno, a juzgar por los sollozos contenidos del público. Si bien Aroldi supo manejar en un tiempo acotado el tema de la carrera política y periodística del hombre nacido en Corrientes, no dejó de lado el costado personal e íntimo de un hombre de carne y hueso que, equivocado o no, mantuvo su integridad hasta el final, aspecto muy bien rescatado por Aroldi en su texto. La pieza es más que oportuna en una época en que la palabra “político” es sinónimo de mala palabra, al menos desde las últimas dos o tres décadas.
Durante los setenta minutos que dura Scalabrini Ortiz, Razuk y Darín llevan adelante un tierno diálogo entre marido y mujer, entre hombre de la política y del pensamiento y su compañera de aventuras, coronado con el enternecedor baile del final. Es un logro de ambos actores y de la autora el hecho de que las figuras de ambos personajes se hagan carne en el público, que se hagan tan reales como los espectadores, que por lo general no les queda otra que hacerse una imagen de los próceres o a las figuras de la historia a partir de las páginas de un libro o un documental.
Es meritorio, además, que se hubieran suscitado sentimientos tan profundos y una emoción tan desbordante respecto de una figura de la política, cosa por demás infrecuente. Scalabrini Ortiz —el hombre, el político, el periodista, el que no se enriqueció con la política— tuvo en esta obra epónima su merecido reconocimiento, más allá de toda ideología. Para los argentinos, Raúl Scalabrini Ortiz debe ser mucho más que el nombre de una avenida que une dos barrios tan emblemáticos como diferentes, Villa Crespo y Palermo. Viviana Aubele
Sábados a las 17.30
Teatro Picadero
Pje. E. Santos Discépolo 1857 – Cap.
(011) 5199 5793
teatropicadero.com.ar
Localidades en Plateanet
Facebook @ScalabriniObra
Instagram @scalabrinilaobra
Comentarios