Rusalka – Principales intérpretes: Ana María Martínez, Dmitry Golovnin, Ante Jerkunica, Elisabeth Canis, Marina Silva, Oriana Favaro, Rocío Giordano, Rocío Arbizu, Sebastián Sorarrain, Cecilia Pastawski, Fermín Prieto, Franco Cadelago – Escenografía: Jorge Ballina – Vestuario: Eloise Kazan – Iluminación: Víctor Zapatero – Coreografía: Carlos Carrillo – Director Coro Estable Teatro Colón: Miguel Martínez – Director musical invitado: Julian Kuerti – Director de escena: Enrique Singer
La aparición de la primera escena, con el movimiento del agua logrado a través de un oscilante entramado en donde se adivinan juguetonas ondinas, tiene magia. Todo parece estar suspendido. La cambiante iluminación coadyuva para generar una imagen vívida, sin necesidad de proyecciones y homenajeando con dinamismo al arte escenográfico. Todo parece moverse como al compás de una coreografía de las aguas, donde habita la enamorada Rusalka, decidida a ser humana, a perder su voz y su inmortalidad en aras de un príncipe que la traicionará. En la exquisita puesta ideada por Enrique Singer, todo se conjuga en un indudable y gozoso marco estético que aporta ilusión y fantasía.
La soprano borícua Ana María Martínez encarnó a Rusalka con la voz justa que el personaje requiere, con buen volumen, fluida y delicada, aunque en lo actoral fue apocada y le faltó seducción. En cambio, el tenor Dmitry Golovnin –el príncipe- fue expresivo en lo actoral y se quedó corto en su participación vocal. Un párrafo aparte merece el bajo croata Ante Jerkunica quien a su voz clara, potente y plena de matices sumó prestancia, histrionismo y notable sustanciación en el personaje.
En el elenco argentino, Cecilia Pastawski logró un excelente niño de la cocina -papel que había hecho hace dos años para BAL-, en estupendo juego teatral y vocal. Marina Silva se destacó en su papel de la princesa extranjera, así como las ninfas interpretadas por Rocío Giordano, Oriana Favaro y Rocío Arbizu combinaron muy bien sus voces y deleitaron con sus actuaciones. La mezzo Elizabeth Canis podría haber logrado una Jezibaba más hechizante, en todo sentido, habida cuenta de la que hizo también para BAL.
El canadiense Julian Kuerti marcó dramatismo, carácter, buenos climas y un correctísimo tempo desde el primer momento, con una orquesta que le respondió acabadamente. Los sutiles momentos corales estuvieron muy bien puntuados por Miguel Martínez. Los bailarines y actores figurantes respondieron muy bien a Singer, generando preciosos momentos grupales y coreográficos.
El vestuario no pudo ser más acorde a la magia propuesta, al igual que el maquillaje extendido a los cuerpos. En su conjunto, Rusalka subyuga, invitando a sumergirnos en sus ocultas y encantadoras aguas. Martin Wullich
Fue el 7 de noviembre de 2017
Teatro Colón
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