En noviembre de 1940, el ejército alemán bombardeó la ciudad de Coventry, en Inglaterra. Además de los muertos y heridos, el bombardeo dejó daños arquitectónicos irreparables y destrucciones casi totales, tal el caso de la Catedral de San Miguel, construída en el siglo XIV. En 1956 la Reina Isabel puso la piedra fundamental de la nueva catedral, que fué consagrada en 1962.
Para la inauguración se contó con la participación del compositor Benjamin Britten, comprometido con el pacifismo, quien encontró una situación ideal para componer una obra sinfónico coral. Así nace Réquiem de Guerra, misa latina de réquiem, con poemas de Wilfred Owen, considerado uno de los grandes poetas la Primera Guerra Mundial. La soprano y los coros cantan la misa, el tenor y el barítono los poemas. La obra ofrece dificultades técnicas e interpretativas.
Con precisión y exactitud, propia de su experiencia en el podio, el Maestro Guillermo Scarabino ofreció una acertada y justa versión de la compleja partitura, con magnífica respuesta y profundidad interpretativa de la Orquesta Estable del Teatro Colón, aun en los pasajes más difíciles de la obra. Asimismo, el Coro Estable y el Coro de Niños -que cantó desde la araña del teatro-, dirigidos respectivamente por los Maestros Miguel Martínez y César Bustamante, tuvieron excelente desempeño, tal como lo vienen demostrando a lo largo de la actual temporada.
Fue muy buena la actuación del tenor Enrique Folger. El barítono Víctor Torres evidenció exquisita y delicada musicalidad. En tanto, tuvo un excelente y gozoso desempeño la soprano estadounidense Tamara Wilson, con extraordinaria emisión y pureza vocal. Esta obra monumental de Benjamin Britten, en maravillosa interpretación, marcó una vez más la intención original de su autor como absoluto canto a la paz. Martín Leopoldo Díaz
Fue 24 de septiembre 2013
Teatro Colón
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