A menudo se dice de ciertos artistas que hay que deslindar la obra de su vida personal, y cabe considerar esta premisa en el caso de Truman Capote. Plegarias atendidas era un proyecto largamente amasado por Capote, mientras coleccionaba en diarios y cuadernos de notas descripciones detalladas de cientos de situaciones y conversaciones, con la intención de volcar ese material en un libro que fuera una variedad de novela de no ficción.
El título remeda una frase atribuida a Santa Teresa de Jesús: “Se derraman más lágrimas por plegarias atendidas que por las no atendidas”. Capote desnuda en el libro las calamidades ocultas tras los deseos secretos de la clase alta de la costa este de los Estados Unidos. Comenzó a escribirlo en capítulos desde 1972, sin correlación, ya que el argumento y los personajes eran reales y viejos conocidos suyos. Éste era un círculo en el que Capote se movía como en su salsa, gracias a su personalidad cautivante y al éxito alcanzado con la publicación del libro A sangre fría, que lo convirtió en el escritor más popular de todos los tiempos.
Para narrar estas historias creó un personaje llamado P. B. Jones, una especie de doppelgänger del mismo autor, un escritor joven que se prostituye tanto con hombres como con mujeres si es que esto ayuda a promover su carrera literaria, en ese momento enredada en la compaginación de un libro llamado Plegarias atendidas. Pero el proyecto de Capote era mucho más ambicioso y exigente, al punto de querer alcanzar la calidad de Marcel Proust en su mítico En busca del tiempo perdido, en el que retrata las pasiones y las relaciones humanas reflexionando sobre el sentimiento de fracaso y el vacío de la existencia, para lo que se valió de más de 200 personajes compuestos por trazos de las personas que había conocido a lo largo de su vida.
“Yo no he inventado nada” era el mantra de Capote, y una vez que tuvo tres capítulos listos se lanzó a publicarlos en la revista Esquire, desoyendo los consejos de su editor. La respuesta de los amigos y conocidos de su círculo no se hizo esperar y muchos dejaron de hablarle, ya que se trataba de sus vidas, apenas disfrazadas, expuestas en su controvertido proyecto literario. Truman Capote disimuló los efectos de este revés y continuó hablando hasta su muerte -en 1984- de que seguía trabajando en estas crónicas. Al tiempo que se debatía entre sus adicciones y crisis creativa y personal, quedó inconclusa la culminación de esta obra que fue publicada después de su muerte con solo tres capítulos, y rodeada de misterio por la pérdida del material que T.C. podría tener para acabar su proyecto.
A semejanza de la influencia que Truman Capote ejerció sobre el periodismo y en el estilo de narración de los hechos cuando publicó A sangre fría, también se acercó con Plegarias atendidas al periodismo que vendría décadas después y que sería mucho más implacable que sus crónicas con la privacidad de las celebridades.
Capote quiso ahondar en las relaciones de sus amigos de prestigio sin par como lo hizo con los criminales de Texas, descubriendo lo humano allí donde las clases no cuentan. En palabras de su editor, Martin M. Fox, quien prologa la edición, Capote declaró provocativamente que el furor de los que se sintieron damnificados no lo consternaba. Fue como si hubiera dicho: “¿Qué se esperaban? Soy un escritor y me sirvo de todo. ¿Es que esa gente pensaba que yo estaba para entretenerlos? Silvia Bonetti
Plegarias atendidas
Truman Capote
Lumen / Biblioteca Capote
219 páginas
Truman Capote: Nacido como Truman Streckfus Persons (Nueva Orleans, 1924 – Los Ángeles, 1984), fue un periodista y escritor principalmente conocido por la novela Breakfast at Tiffany’s (Desayuno en Tiffany’s – 1958) y su novela-documento In Cold Blood (A sangre fría – 1966).
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