Ya desde la portada, los ojos de un teckel, en tierna postura, invitan a adentrarse en la asombrosa experiencia de liar tu vida con un perro. A lo largo de veintidós relatos cortos -algunos de ellos magistralmente ilustrados por el pintor Augusto Ferrer-Dalmau con frescos retratos de adorables canes- Arturo Pérez-Reverte se despacha a gusto en Perros e hijos de perra en favor del aprecio por este animal, que regala a diario una fidelidad conmovedora. Son algunos de los artículos que publicó como columnista entre los años 1993 y 2014, en donde prevalece el protagonista canino, a veces como personaje secundario, pero siempre dejando al descubierto un vínculo signado por una gran valía, que solo aquellos que lo hayan experimentado entenderán su significado.
Están presentes sus perros, aquellos que lo han acompañado a lo largo de su vida de adulto y que han cultivado en él la sagrada compasión compartida, algo difícil de experimentar solo entre humanos. Son relatos agridulces, en donde se alternan las cualidades nunca bien ponderadas de los canes, con los destinos finales que otorga la cortedad de su existencia o la inescrupulosa conducta del humano ignorante.
Comprometido con una tendencia creciente en las redes sociales (@perezreverte), que reclama una mayor conciencia en el trato hacia los animales, denunciando la crueldad, la explotación comercial y el abandono –seguido de huida por una carretera-, cada uno de estos registros basados en hechos reales es un documento dirigido a la conciencia del hombre común, aquel que no es capaz de ver en los perros, criaturas libradas a nuestras reacciones y por los que somos absolutamente responsables.
Se destacan dos relatos, en los que se desliza una mirada de reflexiva compasión y de reconocimiento que va más allá del amor que une a perro y dueño. Uno es el retrato de Sherlock, el teckel de la portada, un perro cazador al que adopta de cachorro y le brinda un pasar maravilloso dentro de la familia Pérez-Reverte. Sin embargo, es inevitable descubrir que sumido en un estado melancólico, añora su linaje ancestral de cazador, sintiendo nostalgia del olor a tierra húmeda, la hierba verde y el rastro fresco de los animales. Es nostalgia del frío, la incertidumbre, el peligro. Su dueño comprende la densidad psicológica y el sólido silencio que embarga a Sherlock.
El otro es El chucho antisistema, basado en una fotografía que circuló hace pocos años, durante los disturbios de Atenas, en la que un perro valeroso enfrenta al escuadrón de policías que forman una barrera con sus escudos. Junto a los manifestantes el perro enfrenta al orden establecido con gran decisión. “A su manera –dice Pérez-Reverte- el chucho también libra su propia guerra antisistema. Batiéndose no solo por su amo, sino por sí mismo. Por sus colegas: cachorrillos regalos de Navidad que meses más tarde serán abandonados en una cuneta; por los perros maltratados, apaleados hasta morir por canallas sin conciencia; por los que acaban ahorcados en el monte cuando son viejos, arrojados vivos a un pozo o liquidados de un escopetazo; por los que enloquecen amarrados con dos metros de cadena o mueren de hambre y sed; por los que son sacrificados sin necesidad pudiendo salvarse; por los que nadie reclama y acaban deslizando su sombra por el corredor de la muerte; por los que infames sin escrúpulos utilizan en peleas clandestinas donde se juegan enormes cantidades de dinero…”
El libro es un adorable y lúcido manifiesto a favor de la alianza más antigua y perdurable entre humanos y animales. “Una vida sin perro es un error” dijo Carl Zuckmayer. Perros e hijos de perra merece un lugar en la biblioteca, tengas perro o no, porque entender el paso de los perros por este mundo hará de él un lugar mejor. Silvia Bonetti
Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, España, 1951) es periodista y escritor. Fue reportero de guerra durante veinte años. Es miembro de la Real Academia Española.
Perros e hijos de perra
Arturo Pérez-Reverte
Alfaguara
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