El pan compartido – Música: Pedro Chemes – Violines: Grace Medina, Mariana Gaitan – Viola: Claudio Medina – Violonchelo: Hermann Schreiner – Guitarra barroca: Miguel de Olaso – Órgano: Leo Petroni – Grupo Vocal de Difusión – Director: Mariano Moruja
Es posible escribir música sacra en pleno siglo XXI. Los ejemplos no sobran, pero tampoco son tan escasos: están allí, en cuanto uno decide buscarlos. Convengamos que nos referimos a una música sacra con todo lo que ella debe tener: arte y una matriz trascendente que vaya más allá de la adscripción a un credo religioso. Es importante no confundir esta idea con las canciones sin mayor trascendencia que a menudo pueden escucharse en ciertos templos.
Pedro Chemes es un compositor en cierto sentido atípico en cuanto a su formación e intereses. Nacido en Buenos Aires en 1964, tuvo desde sus comienzos una mirada ligada a un mismo tiempo a las vanguardias estéticas y a la creación popular. Si en más de una ocasión abordó ritmos y formas de la tradición musical argentina, también desarrolló una obra de tono propio a partir de corrientes estéticas de fines de siglo XX. Un lenguaje personal fue así desarrollándose entre dimensiones aparentemente opuestas: lo académico y lo popular; lo tradicional y la vanguardia contemporánea.
Muchas de las músicas no sacras de Chemes habían sido estrenadas en la Basílica de la Merced. Allí fue donde Monseñor Eugenio Guasta, un hombre de fuerte formación cultural y con mucho interés por la música del compositor, le propuso un día la idea de escribir una misa. Convertido prácticamente en compositor en residencia, Chemes tuvo a su disposición un lugar para trabajar dentro de la iglesia, así como también el histórico órgano, en el cual llegó a tocar Camille Saint-Saëns en 1904, durante una visita a Buenos Aires. El proceso compositivo fue bastante largo, pues una vez concluida la misa prosiguió con un cuarteto para cuerdas y otras piezas más, en un período que se extendió por una década.
Algo que llama la atención de inmediato es que tanto la misa, titulada El pan compartido, como el cuarteto para cuerdas (La vida nueva) se caracterizan por un lenguaje que se aleja de las tradiciones del género. Hay polifonía, pero la tonalidad es elusiva. La discursividad remite a una tensión que alude a compositores como Bartók, Stravinsky, Messiaen, Penderecki o Schönberg, aunque al mismo tiempo Pedro Chemes no pueda desentenderse de Bach, Mozart o Beethoven, ni de la música antigua. Su intención, según él mismo declara, ha sido la de crear un lenguaje. Se diría que lo ha logrado. De hecho, si uno escucha la misa y el cuarteto de manera conjunta, resulta claro que hay una continuidad estética entre ambas obras.
Cabe preguntarnos qué es lo que determina lo sacro en la música. No es algo que esté en la técnica, ni tampoco en el lenguaje, por más que la voluntad de Roma instalara una tradición en ese sentido en su momento. Aquí quedan lejanos ecos de esa tradición, además de la segmentación de las partes de la misa con su Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei. Los textos son cantados en griego y luego en latín, para llegar más tarde al castellano. Este desarrollo idiomático nos habla también de cierta evolución estética.
Pero hay todavía algo más. Algo que nos lleva de nuevo a destacar la condición artística de estas músicas. Como bien señala el sacerdote Carlos White en el documental El pan compartido: transcurso de una obra, realizado por Santiago Giordano y dirigido por Julián Munarriz, el arte en general se aproxima a lo sacro en la medida en que transmite una vivencia que nos lleva hacia un límite, y se vive emocionalmente, puesto que no es posible racionalizarlo del todo.
Lo emocional, en este caso, viene de la mano de la excelente interpretación del Grupo Vocal de Difusión, que dirige Mariano Moruja, y un grupo de músicos de excelente calidad. Dejamos a continuación el registro en video de estas obras, la misa, el cuarteto y también una tercera pieza para órgano solista titulada Permanecer, para que el lector pueda juzgar por sí mismo este notable trabajo.
Sobre el final de estas líneas, nos gustaría rescatar una idea que no es nuestra, sino de Santiago Giordano, en relación a estas músicas: cuando lo sacro ya no se cuenta entre las funcionalidades propias de la música, componer se convierte en un acto de fe. Algo de eso hay sin lugar a duda en estos trabajos. Germán A. Serain
Sitio web de Pedro Chemes
Documental “El pan compartido: transcurso de una obra“
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