Oberek, un bemol mayor – Elenco: Adriana Aizenberg, Tomás Fernández Castaño, Eugenio Estela, José María Marcos, María Zubiri, Sonia Álvarez, Cristian Basto, Sergio Catelani, Julieta Di Fede, Mariano Fan, David Fernández, Julian Goldstein, Lucia Herrera, Mariano Malamud, Rodrigo Novoa, Gonzalo Pérez, Paula Pomeraniec, Marta Roca, Federico Sánchez – Vestuario: Betiana Temkin – Iluminación: Agustín Barrutia – Arte: Sebastián Orgambide – Dirección de orquesta: Carlos Britez – Música: Ulises Conti – Autoría y Dirección: Mariana Obersztern
Hay obras de teatro que plantean interrogantes, y otras que pretenden dar respuestas. Definitivamente nosotros preferimos las primeras antes que las segundas, y es por esto que Oberek, un bemol mayor, de Mariana Obersztern, nos resultó una propuesta admirable. Ya el título de la pieza abre una intriga. ¿Qué es esto de un bemol mayor para piano, mujer, público y orquesta? ¿De qué se trata? En la página web del Complejo Teatral de Buenos Aires el trabajo aparece listado bajo el rótulo de Música y no de Teatro. ¿Será una obra de teatro musical? En cualquier caso, en cuanto comience la obra descubriremos que hay, en efecto, un piano y una mujer en escena. También hay un público, aunque no sea necesariamente al que alude el título. Y hay una orquesta, aunque no de cuerpo presente, sino proyectada en una pantalla, lo cual marcará un primer quiebre entre diferentes planos de la realidad. Nada es lo que parece.
“Estoy preguntándome por qué toco. Por qué hago lo que hago”. Estas serán las primeras palabras que dirá el personaje principal, que es la pianista interpretada por María Zubiri. A partir de este momento un conjunto amplio de ideas muy interesantes entrará en juego. ¿Es el intérprete un mero envase de la música, por ejemplo? ¿Podemos pensar en la existencia de realidades paralelas, como si parte de lo que nos sucede fuese nada sólo un sueño?
Después están las palabras, que van mutando de significado, y las coincidencias, en algún punto siempre inverosímiles. Y el sentido, el sinsentido y la búsqueda de la identidad. Y también está la cuestión del tiempo, medido en parte por la propia música, asimilable a un guión teatral y acaso también al destino, contra el cual es legítimo rebelarse. Así es como el personaje de la pianista dirá, observando intrigada su parte: “¿Y esto qué es? Esta partitura se mete con el futuro. Es como leer el horóscopo: me dice qué nota voy a estar tocando dentro de cuatro compases. Me resisto. No quiero que me manipulen mi presente llevándome de la mano hacia mi futuro”.
El texto de Oberek es maravilloso. Está repleto de elementos en los que bien vale la pena quedarse reflexionando largamente una vez que salimos del teatro. También es brillante el concepto multimedial de la puesta. En la columna de los puntos en contra, anotamos alguna actuación que no llegó a ser del todo convincente y sobre todo un final poco conclusivo, que deja la idea de que algo quedaba por decir o por suceder.
Y un comentario al margen: en Oberek, un bemol mayor, hay actores que hacen de público. Alterado nuestro buen criterio por efecto mismo de la obra, en algún momento se nos ocurrió pensar qué sucedería si de pronto alguien del público decidiera equilibrar las cosas y subir al escenario para hacer de actor. Nosotros logramos contener el impulso, y dejamos en claro que no alentamos semejante idea. Pero si alguna vez ocurre, no dejen de recordar este comentario. Germán A. Serain
Se dio hasta fin 2017
Teatro Sarmiento
Av. Sarmiento 2715 – Cap.
(011) 4808-9479
complejoteatral.gob.ar
Mariana Obersztern en Alternativa