Reggio Calabria, al sur de Italia. Aquí el crimen organizado se conoce con el nombre de ‘Ndrangheta. El término calabrés proviene de un vocablo griego, andragathia, que significa hombría y virtud. Menos conocida que la Cosa Nostra siciliana y más rural que la Camorra de Nápoles, la ‘Ndrangheta se ha convertido en el elemento criminal más poderoso de Italia, sobre todo a partir de la década de los ’90.
Es tal la influencia y el poderío económico, que ostenta ser el máximo inversor italiano en la Bolsa de Frankfurt, a través de sus empresas pantalla vinculadas a la especulación inmobiliaria, el turismo, la gastronomía y el comercio en general. Mueve negocios por más de 40 mil millones de euros anuales, dinero proveniente en gran parte del tráfico ilegal de drogas, pues su vinculación con los narcos colombianos es vasta. Otras actividades incluyen el lavado de dinero a través de grandes contratos de obra pública y también crímenes tradicionales como la usura y la extorsión.
Claudio La Camera, un antropólogo y director de teatro, coordina el proyecto Valores y práctica de la violencia y del consenso en la Universidad La Sapienza en Roma. Él tuvo un sueño, crear un museo en el que se expusiera la cultura mafiosa como contraste cultural al de los estereotipos reflejados por la literatura y el cine. Así nació el Museo de la ‘Ndrangheta. Curiosamente se alza en un edificio confiscado a uno de los capos de la organización, lo cual tiene un alto valor simbólico y encuadra al proyecto en el concepto de los museos difusos. Éstos recuperan, valorizan y “hacen hablar” a los lugares que fueron testigos de hechos históricos o a hechos intrínsecamente ligados a un territorio.
El museo que preside Claudio La Camera se propone revisar y volver a formular el rol de la familia y la escuela en lo que atañe a la formación y transmisión de la cultura mafiosa. El proyecto tiene un mapa claramente trazado de las principales familias involucradas en el negocio, pero además hay una zona gris en donde la ‘Ndrangheta se confunde con la política, las instituciones y la masonería. En esta zona gris hay un fuerte componente social, es la mentalidad difusa conformada por la gente común que ha adoptado algunos modelos de la actitud mafiosa. Es a esta franja a la que se dirige la actividad del museo, para desmantelar la sensibilidad colectiva que volvió natural el fenómeno mafioso en la sociedad.
La tradición mafiosa se infiltra con éxito entre los jóvenes. Transmite saberes, inculca modelos de virilidad y un desprecio por el peligro que resultan fascinantes en este momento cínico del mundo. Así mantienen un aura de consenso a su alrededor. El objetivo del museo es no solo la denuncia sino desarmar la compleja trama de la que se sirve la mafia para producir consenso: rituales sociales, religión, música popular, y el mito más escandaloso: que la riqueza generada por la actividad de la mafia vuelve a la sociedad. Hoy, los índices de riqueza y desarrollo humano per capita en la región de Calabria son los más bajos de Italia.
El logotipo del Museo de la ‘Ndrangheta tiene una leyenda: “El primer paso es nombrarla”. Durante años, el gobierno y las instituciones negaron su existencia, justificaron o relativizaron la acción mafiosa, pero lo más impactante son los silencios –asegura La Camera- , “son una suerte de propaganda de la mafia.” Desde este espacio cultural se espera recuperar las tradiciones y valores que son un patrimonio común y natural pero que han sido apropiados por la mafia.
Claudio La Camera sabe que es una gota de agua en el océano, pero cree en el poder de la sociedad civil, en su poder de elegir. Es un llamado de atención para pensar en cuánto consenso brindamos a la industria de la violencia. La indiferencia corre a favor del crimen. Silvia Bonetti
Observatorio de la ndrangheta
Sitio Web de Claudio La Camera
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